Decenas de perros de rescate trabajaron incansablemente tras los atentados terroristas del 11-S de 2001, en búsqueda de sobrevivientes debajo de los escombros de las Torres Gemelas. Fueron los héroes anónimos de esta trágica jornada. Pero ¿qué pasó con esos canes?
La veterinaria Cynthia Otto encabezó un inédito estudio longitudinal que siguió durante 19 años la evolución de cerca de un centenar de animales que participaron en las labores de búsqueda, con el objetivo de determinar el impacto que pudo haberles provocado en su salud la prolongada la exposición al polvo.
Motivaciones fortuitas
Otto se encontraba en Manhattan tras los ataques, apoyando a los perros de búsqueda y rescate. En ese momento, escuchó rumores sobre el posible impacto en la salud a largo plazo de los perros, a partir de la experiencia del atentado de Oklahoma de 1995.
“Estaba en la ‘zona cero’ y escuchaba a la gente hacer comentando que la mitad de los perros que respondieron al bombardeo en Oklahoma murieron de X, Y o Z. O decían que los perros que trabajaron el 11-S habían muerto. Fue realmente desconcertante”, afirmó.
Esto la motivó las semanas posteriores a los atentados a realizar un estudio longitudinal para rastrear la salud, longevidad y causa de muerte de estos sabuesos. Logró reclutar a 95 ejemplares que trabajaron en el World Trade Center, la zona de Fresh Kills Landfill o en el sector de los ataques al Pentágono. Como control, incluyó a 55 ejemplares que no estuvieron en estos eventos.
Los investigadores encabezados por Otto recibieron exámenes médicos anuales, incluidas radiografías de tórax y análisis de sangre. Cuando los perros murieron, recolectaron muestras de varios tejidos de órganos y las analizaron en la Universidad Estatal de Michigan. Además, 44 perros del 11-S y 19 del grupo de control se sometieron a autopsias.
Inesperados resultados
Tras 19 años de investigación, los hallazgos de Otto y sus colegas, publicados en la Journal of the American Veterinary Medical Association, ofrecen tranquilidad.
Según el estudio, los animales que participaron en la búsqueda y rescate después del 11-S vivieron un período de tiempo similar, en promedio, al grupo de control y sobrevivieron al promedio de vida de su raza.
Tampoco hubo una diferencia apreciable en la causa de muerte. “Honestamente, esto no era lo que esperábamos; es sorprendente y maravilloso”, afirmó Otto.
Si bien los resultados post mortem mostraron que los perros que se desplegaron después de los ataques del 11 de septiembre tenían más material particulado en los pulmones, esta exposición no les provocó problemas graves.
La causa más común de muerte fueron las afecciones relacionadas con la edad, como la artritis y el cáncer, similar al grupo de control.
Si bien el equipo esperaba ver problemas respiratorios en los perros expuestos, condiciones que han sido informadas por las personas de los equipos de respuesta del 11 de septiembre, no fue así.
«Anticipamos que los perros serían el canario en la mina de carbón para las personas de los equipos de respuesta, ya que los perros envejecen más rápido que los humanos y no tenían ningún equipo de protección. Pero no vimos muchas cosas preocupantes”, agrega Otto.
De hecho, la edad media de muerte de los perros del 11 de septiembre fue aproximadamente la misma que la del grupo de control: 12.8, frente a 12.7 años.
Hipótesis del porqué
Otto y sus colegas tienen algunas hipótesis de por qué las partículas encontradas en los pulmones de los perros no se tradujeron en mala salud, aunque enfatizan que se trata de especulaciones y no en datos certeros.
«Para los efectos pulmonares, es algo más fácil de explicar porque los perros tienen un sistema de filtrado realmente bueno. Sus pulmones son diferentes, no tienen asma, por ejemplo, así que parece que hay algo en sus pulmones que es más tolerante que en los humanos”, explica Otto.
Agrega que los perros de trabajo tienden a ser extremadamente aptos físicamente en comparación con los perros domésticos, contrarrestando los efectos nocivos de las condiciones de despliegue.
La conexión mente-cuerpo también podría explicar la diferencia entre humanos y perros, ya estos últimos no necesariamente experimentan el mismo tipo de estrés tras un desastre, añade.
“Estos perros tienen una relación increíble con sus parejas, Tienen un propósito y un trabajo y la estimulación mental del entrenamiento. Supongo que eso también marca la diferencia”, hipotetiza.