Una investigación de la Universidad de Queensland en la ciudad australiana de Brisbane dio cuenta de un árbol sumamente doloroso, ya que sus estructuras parecidas a pelos en sus hojas provocan al tacto un sufrimiento insoportable.
El estudio publicado en la revista Nature indica que, «el dolor implacable de la picadura de este árbol australiano es causado por péptidos recientemente identificados que se asemejan a los del veneno de araña».
Este árbol se llama coloquialmente en el país oceánico como árbol punzante gigante (Dendrocnide excelsa) y tiene estas pelusas bastante más parecidas a pequeñas y punzantes agujas.
Lo más preocupante, es que cuando un incauto caminante roza las hojas de este árbol, estas agujas inyectan un veneno que dura meses en el cuerpo y que es tan molesto y doloroso, que ni siquiera la morfina ayuda a aplacar el sufrimiento.
Irina Vetter y Thomas Durek de la Universidad de Queensland en Brisbane y sus colegas se aventuraron a cosechar hojas de D. excelsa silvestre y el árbol estrechamente relacionado Dendrocnide moroides. El análisis químico de las agujas de inyección de veneno reveló una familia de péptidos previamente desconocida. Los investigadores los llamaron gympietides en honor a gympie-gympie, el nombre de los árboles en el idioma indígena Gubbi Gubbi.
Generalmente, el dolor severo es el síntoma predominante, aunque también se han reportado síntomas neuromusculares y dificultad respiratoria. Además de los analgésicos simples u opioides, el dolor severo se trata de manera anecdótica con ácido clorhídrico diluido (que se presume que desnaturaliza los componentes del veneno) o tiras de cera, basándose en la probable suposición errónea de que los síntomas persistentes se deben mecánicamente a los pelos punzantes que quedan incrustados en la piel.
La investigación indica que, «como otras ortigas de la familia de las Urticaceae, las hojas y los tallos de D. excelsa y D. moroides están cubiertos de tricomas en forma de aguja que se asemejan a una cubierta de pelos en forma de fieltro engañosamente benignos. Estas estructuras secretoras silicificadas actúan como agujas hipodérmicas que, al entrar en contacto con la piel, inyectan mediadores farmacológicos específicos contenidos en el líquido tricómico, lo que provoca la activación de las terminales nerviosas que inervan la piel».