En Francia, un político antivacunas y conspiracionista fue arrestado por tentativa de golpe de Estado y la organización de ataques a centros de vacunación y otras instancias civiles.
El hombre en cuestión es Rémy Daillet, de 54 años, y según los reportes de diversos medios franceses fue arrestado hace meses en Malasia y deportado a Francia bajo el cargo de ser el autor intelectual del secuestro de una menor de edad.
Durante la investigación por ese delito, se descubrió una organización terrorista de más de 300 miembros que planeaba diversos ataques que incluían un golpe de Estado contra el Gobierno francés.
Daillet era conocido por sus tendencias de extrema derecha y por divulgar teorías conspiracionistas a través de videos en YouTube. En ellos, postulaba que el COVID-19 no era más que producto de un experimento alrededor del 5G, además de mostrarse contrario a las vacunas y la masonería.
La organización dirigida por Daillet contaba con dos divisiones, una civil y otra militar. La primera había conseguido reclutar a decenas de personas que compartían ideas similares y entre los que se encontraban integrantes de grupos neonazis, mientras que la división militar estaba conformada incluso por soldados y oficiales en ejercicio, que coordinaban los futuros ataques y la gestión de armamento.
Además de centros de vacunación, Daillet y sus secuaces planeaban atacar antenas de 5G, edificiones de masonería e incluso el mismo palacio de Gobierno de Francia bajo un plan bautizado como Operación Azul.
Sin embargo, el abogado de Rémy Daillet niega todas las acusaciones y dice que su cliente no es más que un prisionero político. Además, revela que Daillet espera poder postular a la presidencia de Francia en el futuro, a la vez que poner fin —de manera pacífica— a todo el sistema político.
Más allá de las intenciones de Daillet, lo cierto es que tanto gobiernos como empresas están haciendo las cosas cada vez más difíciles para los antivacunas: hace poco, YouTube suspendió a Jair Bolsonaro por una publicación falsa sobre las vacunas, mientras que Estados Unidos prohibió los transplantes de órganos para quienes compartan la misma creencia.