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¿Se acuerdan de AIBO, el perro robot de Sony?

Entre todos los productos que ha lanzado Sony a lo largo de su historia, existe uno llamado AIBO. Introducido al mundo en mayo de 1998, AIBO fue un robot con forma de perro que, mediante diversos sensores más inteligencia artificial, era capaz de interactuar con un humano como si fuera una mascota.

AIBO fue diseñado por Toshitada Doi junto al departamento Digital Creatures Lab de Sony. El origen del robot data de 1994, pero no fue sino hasta cuatro años más tarde cuando se lanzaría la primera generación de AIBO. Su precio fue de 250,000 yenes ($2,200 dólares) y solo se produjeron 3,000 unidades.

El AIBO original funcionó con un procesador RISC de 64-bit más 16 MB de RAM y una serie de sensores clave para sus diferentes acciones. Hoy en día esas especificaciones no son nada impresionantes, pero si se considera el contexto de su época y el tipo de producto, se trató de un interesante avance tecnológico aún cuando sus propios creadores reconocían que la tecnología todavía no era la suficiente para la visión original.

aibo | A day in the life of Sony’s robotic puppy - a collaboration with iPhonedo

Pese a ello, el éxito de esta primera generación de AIBO motivó a Sony a crear una nueva, sobre todo por la demanda, que había sido mayor a la producción inicial. Dos años después, apareció una segunda versión del perro robótico, con mejoras diversas en cuanto a sus sensores y sistemas con los que operaba, además de un cambio en su diseño.

El AIBO ERS-210 fue el más vendido de todos. Parte de su éxito se le atribuye a que se trataba de un robot mucho más dinámico, que podía mover sus dos orejas y que reaccionaba de manera más natural a algunos estímulos. También se mejoraron las funciones de reconocimiento de voz y de nombres, algo tan propio de las mascotas reales y que de alguna manera se replicaron en AIBO.

Durante esa generación de robots, Sony lanzó otros modelos que variaron tanto en diseño externo como en funcionalidades. Uno de ellos fue AIBO ERS-220, cuya estética se asemejaba a un bull terrier y era mucho más futurista que los anteriores. En este modelo se agregaron nuevos sensores y luces, por lo que fue el AIBO más avanzado hasta la fecha.

Old Aibo vs New Aibo: ERS-110 and ERS-1000

La buena aceptación de las primeras generaciones de AIBO permitió que existiera una tercera versión. Se trató del modelo ERS-7, que incluía un procesador MIPS R7000 a 576 Mh, 64 MB de memoria RAM y la introducción de una memoria flash de 4 MB, inédita hasta la fecha. Tanto los sensores como la cámara y los componentes internos fueron muy superiores a los de los modelos anteriores, tanto así que incluso podía conectarse a otro dispositivo para transferir, de manera inalámbrica, archivos de imágenes o de audio.

El ERS-7 fue la última generación de AIBO antes de que Sony descontinuara la producción del robot, en parte a causa de la complicada situación financiera de la compañía a comienzos de la década del 2000 que los obligó a dar de baja una serie de productos e iniciativas.

AIBO ERS-7
Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

De cualquier manera, el proyecto AIBO sigue vivo. En la actualidad, existe una nueva generación de robots que volvieron al mercado en 2017 y que tienen un aspecto mucho más renovado, además de ser probablemente el robot mascota más “real” en cuanto a su comportamiento. Pero al igual que en sus primeras versiones, no es realmente barato: hoy en día es posible adquirir uno por $2,900 dólares.

Sin embargo, AIBO como tal parece un producto muy propio de su época. A mediados de los noventa, una mascota robot aún con su limitada capacidad de aprendizaje y movimientos, parecía muy futurista. En la actualidad, este tipo de avances parecen menos impresionantes y eso quizá explica por qué el perro androide al día de hoy no es más que una curiosidad un poco cara.

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Raúl Estrada
Ex escritor de Digital Trends en Español
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Los investigadores del grupo de Robots de Luz de la Universidad de Tampere ahora están investigando cómo hacer que el material inteligente vuele. Hao Zeng, investigador de la Academia y líder del grupo, y Jianfeng Yang, investigador doctoral, han ideado un nuevo diseño para su proyecto llamado FAIRY – Flying Aero-robots based on Light Responsive Materials Assembly. Han desarrollado un robot de ensamblaje de polímeros que vuela por el viento y es controlado por la luz.
"Superior a sus contrapartes naturales, esta semilla artificial está equipada con un actuador suave. El actuador está hecho de elastómero cristalino líquido sensible a la luz, que induce acciones de apertura o cierre de las cerdas sobre la excitación de la luz visible", explica Hao Zeng.
El hada artificial desarrollada por Zeng y Yang tiene varias características biomiméticas. Debido a su alta porosidad (0,95) y estructura ligera (1,2 mg), puede flotar fácilmente en el aire dirigido por el viento. Además, una generación estable de anillos de vórtice separados permite viajes de larga distancia asistidos por el viento.
"El hada puede ser alimentada y controlada por una fuente de luz, como un rayo láser o LED", dice Zeng.
Esto significa que la luz se puede utilizar para cambiar la forma de la pequeña estructura similar a una semilla de diente de león. El hada puede adaptarse manualmente a la dirección y fuerza del viento cambiando su forma. También se puede utilizar un haz de luz para controlar las acciones de despegue y aterrizaje de este conjunto de polímero.
Según Zeng, existe potencial para aplicaciones aún más significativas.
"Suena a ciencia ficción, pero los experimentos de prueba de concepto incluidos en nuestra investigación muestran que el robot que hemos desarrollado proporciona un paso importante hacia aplicaciones realistas adecuadas para la polinización artificial", revela.
En el futuro, millones de semillas artificiales de diente de león que transportan polen podrían dispersarse libremente por los vientos naturales y luego ser dirigidas por la luz hacia áreas específicas con árboles en espera de polinización.
"Esto tendría un gran impacto en la agricultura a nivel mundial, ya que la pérdida de polinizadores debido al calentamiento global se ha convertido en una seria amenaza para la biodiversidad y la producción de alimentos", dice Zeng.

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