Dentro del Laboratorio Warfighting en Quantico (Virginia) el Cuerpo de Marines de los EEUU está ocupado construyendo robots para el campo de batalla y para operar en equipos independientes. Estos robots y drones con control remoto actualmente realizan tareas de desactivación de artefactos explosivos para ataques aéreos, pero ahora el control remoto requiere de un controlador.
«Tenemos que avanzar ofreciendo más autonomía», dijo el coronel Jim «Jinx» Jenkins en la presentación de una conferencia en la Asociación Xponential Unmanned Systems International, según informa Ars Technica.
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Jenkins y su equipo de la Marina han desarrollado un control autónomo no tripulado y táctico, así como un programa de colaboración (UTACC) con la intención de capacitar a algunos drones para actuar en «una multidimensional formación de equipos del sistema sin tripulación».
En otras palabras, el Cuerpo de Marines quiere que estas máquinas operen como enjambres autónomos, que colaboren entre sí como una unidad, como tropas de apoyo a los soldados que se encuentran en el campo de batallas. Además de las ventajas de implementar robots y drones con control remoto, estas máquinas mantienen a sus operadores fuera de la lucha.
Jenkins explicó cómo los operadores a menudo se vuelven vulnerables, ya que se centran en la táctica y en el posicionamiento de los robots en lugar de en su propia seguridad. De este modo, el operador necesita otro soldado para que le proteja. «Así que no hemos mejorado nuestra situación personal, ya que a veces esto supone más mano de obra», dijo.
Una de las pruebas conceptuales iniciales de la UTACC implicaba un robot en tierra con el apoyo aéreo de un avión. Según Jenkins, «el vehículo terrestre pone en marcha el vehículo que está en el aire para llenar los vacíos que hay en el cuadro de su sensor» luego esta información se transmite de nuevo a un operador.
El transporte de carga es otra aplicación considerada por la Marina, que ya ha financiado el desarrollo y la prueba de robots para cargar municiones dentro y fuera de los helicópteros, desde miles de pies del terreno hasta los puestos militares más aislados.
Aunque los equipos de robots pueden ser relativamente autónomos, Jenkins confesó su preocupación de dejar que estos robots deambulen con total independencia e insistió que los operadores humanos todavía jugarán un papel importante en su despliegue.
«A medida que se habla de sistemas no tripulados, el tema de la confianza aumenta”, añade. “¿En qué momento voy a confiar en una máquina a la hora de apretar el gatillo? A medida que vamos dejando que las máquinas tomen las decisiones por nosotros, no podemos renunciar al juicio humano», concluye.