El séptimo aniversario de la compra de WhatsApp por parte de Facebook no podría ser más crucial. La aplicación, por la que circulan los mensajes de 2,000 millones de usuarios a diario, inició este año la transición para convertirse en un nuevo e importante canal de ingresos publicitarios para Facebook, con la difusión de una polémica actualización a la política de privacidad como primera parada y que se convirtió en una crisis de relaciones públicas al señalar que los chats enviados entre usuarios y empresas podrán ser leídos a fin de mostrar anuncios personalizados. Facebook tuvo que recular ante cuestionamientos sobre la pérdida de privacidad y una fuga de usuarios que presuntamente migraron hacia plataformas como Telegram y Signal.
Lo cierto es que la transición estaba cantada desde que Mark Zuckerberg visitó las oficinas de WhatsApp, entonces dirigida por Brian Acton y Jan Koum, para anunciar la que por varios años sería la compra más cara de una aplicación, $19,000 millones de dólares por una plataforma que entonces tenía como único modelo de negocio cobrar $1 dólar anual a cada usuario, unos 450 millones al momento de la compra. “WhatsApp complementará nuestros servicios de chat y mensajería para que podamos ofrecer nuevas herramientas a nuestra comunidad”, dijo en aquel momento Zuckerberg.
El anuncio generó gran revuelo, pues muchos analistas no daban crédito al millonario monto acordado por la compra de WhatsApp. Algunos consideraron que la adquisición buscaba quitarle a Facebook competencia del camino al que entonces era uno de los productos estrella, Messenger. Otros señalaron que la monetización llegaría con anuncios al interior de los chats, como ocurre con las páginas web. La estrategia, en realidad, fue más compleja y silenciosa.
Tres años después de la adquisición, cuando la app casi había triplicado la cifra de usuarios (450 millones en 2014 por 1,500 millones en 2017), Facebook anunció WhatsApp Business, una versión del servicio de mensajería dirigido a empresas de todo tipo. Lo mismo una pequeña florería que aerolíneas o empresas de telefonía celular.
El camino incluyó, como ahora, cambios en la política de privacidad. También en medio de una polémica, en 2016 pidió a los usuarios aceptar que Facebook compartiría con WhatsApp su número de teléfono. Entre escándalos por la mercantilización de los datos, Facebook pasó los nuevos términos de servicio. En 2021, al menos 80 millones de negocios utilizan WhatsApp Business.
La historia se repite y WhatsApp vuelve a pedir a los usuarios aceptar una nueva política de privacidad, la que de plano dice que leerá los chats entre usuarios y empresas para ofrecer anuncios. “Creemos que es importante que las personas sepan por qué es posible que WhatsApp sea gratis. Cada día millones de personas eligen comunicarse por WhatsApp con empresas porque es más fácil que llamarlas por teléfono o intercambiar mensajes por correo electrónico. Les cobramos a las empresas (no a los usuarios) por usar WhatsApp para brindar ese servicio al cliente”, dijo Facebook en un comunicado en el que justifica la actualización a su política de privacidad.
Algunos activistas dicen que la solución es dejar de usar WhatsApp y Facebook, una acción que colectivamente mostraría la necesidad de que las grandes tecnológicas ofrezcan servicios pensados en el respeto a la privacidad de los usuarios. En Facebook, sostienen que eso no importa a los usuarios. “Creemos que las personas buscan aplicaciones que sean tanto confiables como seguras, incluso cuando sea necesario para ello que WhatsApp tenga acceso a cierta información limitada”.