Para algunas personas, las tarántulas son criaturas que generan repulsión, miedo y rechazo. Para ellas estas arañas representan sólo sensaciones negativas y, difícilmente, podrían asociarlas con algo positivo.
Probablemente se lleven una sorpresa, o bien se vean obligados a cambiar su percepción respecto a esta integrante de la familia de los arácnidos.
Lo anterior porque un grupo de investigadores de la Universidad de Washington ha propuesto que las toxinas de la tarántula podrían ayudar a producir medicamentos que alivien el dolor crónico.
Ellos se han fijado en cómo las toxinas de esta araña apagan las señales eléctricas de su presa.
«La acción de la toxina tiene que ser inmediata porque la tarántula tiene que inmovilizar a su presa antes de que despegue», explica William Catterall, autor principal del estudio.
En su trabajo, los investigadores utilizaron microscopía crioelectrónica de alta resolución para examinar cómo el veneno de la tarántula actúa en pequeños sensores en los canales de sodio en las membranas celulares que generan corrientes eléctricas.
Reciben el nombre de sensores de voltaje, usualmente envían señales que operan los nervios y los músculos, pero el veneno sirve para bloquearlos para que permanezcan inactivos.
¿Cómo lo consiguieron?
Los autores pudieron crear un modelo con una región de unión a la toxina tomada de un tipo de canal de sodio humano que se conoce con el nombre de Nav1.7.
Ellos descubrieron que Nav1.7 desempeña un rol clave en la transmisión sobre el dolor desde el sistema nervioso periférico a la médula espinal y al cerebro.
De esta forma, el hallazgo facilita el camino para la búsqueda de drogas avanzadas que recreen los efectos de bloqueo del veneno de la tarántula y así se pueda aliviar el dolor crónico sin la necesidad de otros medicamentos con severos efectos secundarios.
Los científicos publicaron esta importante investigación en Molecular Cell.