Hablar de un teléfono que apenas se probó por 24 horas es una tarea casi imposible, y más cuando es un celular plegable. Sin embargo, haré mi mejor esfuerzo. Ya había tenido un primer avance del Samsung Glaxy Z Flip el pasado febrero, cuando la compañía surcoreana decidió mostrarlo en México al mismo tiempo que se llevaba su presentación internacional, y la primera impresión que me dejó es que se trataba de una unidad “delicada”.
Lo es, tanto así que en el proceso inicial de configuración, la firma proporciona algunas advertencias a los usuarios, como no presionar fuerte su pantalla, asegurarse de que, cuando se pliegue, no haya objetos en su interior que pudieran dañar el display y no exponerlo al agua y polvo.
Sí, el display se siente –y es– el elemento más endeble del Galaxy Z Flip, a pesar de que integra el primer “vidrio peglable” de su clase, y no una lámina de plástico como el Galaxy Fold. Resiente rápidamente cualquier rasguño o rayón accidental, por lo que sí es necesario extremar precauciones casi en todo momento.
A diferencia de aquellos teléfonos clamshell de antaño, el de Samsung no es tan fácil de desplegar: es necesario usar las dos manos y aplicar más fuerza de la que requerían los primeros. Una vez que se “desdobla”, sí consigue llamar la atención lo largo de su pantalla (21.9:9). No por nada, son 6.7 pulgadas.
Si no fuera un celular flexible, tal vez la que queja que tendría es que es muy delgado, tanto que en algunos momentos hice algunos malabares para evitar que escapara de mis manos. Y es que debía tener un grosor más reducido con respecto a otros smartphones, ya que al doblarse por la mitad, gana volumen.
El hecho de que se pliegue hasta que su parte superior se encuentre con la inferior provoca que tenga un formato cuadrado, como si se tuviera una pequeña comestiquera de bolsillo. Es fácil de guardar en esta modalidad, pero tampoco me pareció que tuviera un diseño agradable al tacto en este modo. Tal vez es cosa de acostumbrarse, como me sucede con otros teléfonos nuevos.
En cuanto al despliegue del contenido, en el modo abierto no hay ninguna queja, ya que muestra colores bien definidos y contrastados, sobre todo a la hora de reproducir series y videos de plataformas como Netflix y YouTube. Lo mismo cuando se ven fotografías de Instagram y se navega por las distintas aplicaciones. Vamos, responde como se esperaría de un teléfono de su clase.
Cuando está en modo compacto, se puede tener un vistazo de las distintas notificaciones, controlar la música y contestar llamadas a través de su pantalla exterior, la cual también permite tomar selfies sin tener que abrir la unidad: la cámara se activa al presionar rápidamente el botón de apagado un par de veces. Aquí es importante mencionar que la imagen que muestra este diminuto display no abarca toda el área que se logra en la selfie final.
Fuera de esto, la pantalla secundaria no permite más acciones, es más informativa que otra cosa. Tal vez se integre un panel extra más amplio en las futuras ediciones, uno que permita contestar directamente mensajes y notificaciones sin la necesidad de abrir el teléfono y sin que eso signifique sacrificar el formato clamshell.
Lo que a veces me pasaba, sobre todo cuando estaba trabajando en mi escritorio, es que prefería mantener el Galaxy Z Flip abierto para dar respuesta rápidamente a los mensajes entrantes.
Diseño adaptable
La bisagra es el otro punto en el que la compañía avanzó considerablemente, ya que en el proceso de plegado y desplegado –aunque se tenga que llevar a cabo con las dos manos– no se siente «perjudicial» para el teléfono en ningún sentido. Además, este elemento permite poner el celular en 90 grados para, por ejemplo, utilizar dos aplicaciones al mismo tiempo o grabar un video al colocarlo sobre una superficie plana. Todo dependerá de la astucia de los usuarios para sacarle provecho a la rotación que tiene el Galaxy Z Flip.
En la mitad de la pantalla principal sí se nota “la huella” de la bisagra, principalmente cuando el smartphone está apagado; cuando se ven videos, afortunadamente, no se aprecia tanto, solo mínimamente en determinados ángulos. Nada grave.
Tampoco se siente que vaya a originarse una protuberancia en el display por estar doblando y desdoblando el celular, como sí le pasó a la primera versión del Galaxy Fold, sin embargo, hay que guardar el comentario para más adelante, ya que todavía no se sabe bien cómo va a “evolucionar” el Galaxy Z Flip en las manos de los usuarios (se especula que este problema surgirá, por lo menos, al año de uso).
¿Mejor un Galaxy S?
El Galaxy Z Flip se ha definido como una especie de Galaxy S de última generación con la capacidad de doblarse. Y es cierto, podría entrar en esta familia sin ningún problema. Al haber tenido también el Galaxy S20 Ultra por unos días, puedo decir que la experiencia que brinda el celular flexible cuando está abierto es similar; hay diferencia, pero no sustanciales.
En cuanto a especificaciones, llama la atención que el Galaxy Z Flip tenga una batería de solo 3,300 mAh, es decir, necesita cargarse cada 24 horas o incluso antes, para aquellos usuarios incansables: los que ven videos de Netflix, ejecutan juegos y toman fotografías y videos a cada momento.
Para nada se siente que el teléfono tenga un desempeño pobre. En las 24 horas que lo tuve en mis manos, no se presentó ningún problema de rendimiento, por lo que no debieran tener quejas quienes decidan comprarlo, al menos, en los primeros meses.
La pregunta del millón: entre un Galaxy S de última generación y el Galaxy Z Flip, ¿cuál comprar? Si se puede pasar de largo la tendencia de los celulares plegables, en la cual ya se puede detectar una segunda generación, la respuesta es elegir uno de los primeros.
En mi experiencia, siento en mis manos mucho más seguro un celular de cuerpo completo, no plegable. Además, estos último no están cambiando o mejorando significativamente la experiencia de usuario con respecto a su contraparte; en términos generales, la experiencia –más allá del plegar/desplegar– se mantiene igual.
Creo que si tuviera la oportunidad de usar el Galaxy Z Flip por meses, tampoco cambiaría mucho mi opinión. Aquí no quiero demeritar la labor en ingeniería de los fabricantes, todo lo contrario: se admira el trabajo que están haciendo con los móviles plegables.
Lo que quiero decir es que, por ahora, los teléfonos flexibles son más para «entusiastas» que pueden pagarlos, no para quienes están buscando una nueva experiencia móvil.
Seguramente en un par de años más la historia será distinta. O no.