Más de un 40% de la comida en América acaba en el cubo de basura. Eso equivale a más de 20 libras de comida desperdiciada por persona al mes. Los residuos orgánicos, tales como frutas y verduras, conforman el segundo mayor componente que hay los vertedores de Estados Unidos.
Y no es sólo un problema occidental. Corea del Sur empezó a enfrentarse a este problema con la devolución de los residuos de alimentos en 2013. Fue entonces cuando el país se dio cuenta de que su comida desperdiciada fomentaba la aparición de insectos tras filtrarse en el suelo.
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En un esfuerzo por frenar este efecto, las autoridades municipales de Corea del Sur han puesto en práctica nuevos métodos de alta tecnología para hacer un seguimiento de quién está desechando demasiada comida y hacerles pagar por ello, según informa PSFK.
En Seúl, los residentes deben ahora pasar una tarjeta que lleva un chip de identificación por radiofrecuencia (RFID) antes de acceder a los cubos de basura de su complejo residencial. El chip contiene el nombre y la dirección del usuario y permite a las autoridades vigilar lo que tira cada uno.
Antes, todos pagaban la misma tasa por los servicios de eliminación de residuos. Ahora, una báscula en la parte inferior de estos contenedores de basura pesa los residuos que tira cada individuo y le cobra una cuota particular.
La ciudad también ha puesto en práctica una medida de «pagar por la bolsa», para que a los residentes les cueste más comprar bolsas de basura (por ejemplo, una bolsa de 10 litros cuesta alrededor de $ 1 dólar) para animar a la clasificación y a la reducción de residuos. Todas estas medidas han ayudado a Seúl a reducir el desperdicio de alimentos en los restaurantes un 40% y los desechos de alimentos domésticos un 30%.
Otros países también están estudiando diferentes vías para reducir el volumen de alimentos desperdiciados. En Europa y Australia, por ejemplo, las campañas de “ugly food” o comida fea han animado a los compradores a comprar frutas y verduras deformes, pero que están en buen estado. Generalmente, este tipo de comida se desecha porque no cumple con los estándares de los clientes que buscan una manzana o una peras brillante y con una forma perfecta.
Una de las cadenas de supermercados más grandes de Francia, Intermarché, incluso ha implantado esta campaña también en los pasteles y galletas que no tienen una forma redonda perfecta. Esta tendencia todavía no ha calado en EEUU, pero algunas startups esperan que estos métodos ayuden a reducir la comida desperdiciada, defendiendo estos alimentos feos.