¿Qué pasaría si la Luna desapareciera? La pregunta puede parecer ociosa, pues nada apunta a que nuestro satélite vaya a desaparecer. Sin embargo, comprender qué efectos comenzarían a desatarse en nuestro planeta en un escenario de esta magnitud permite entender el papel trascendental que juega la Luna en nuestro planeta, y por qué las ideas de usarla para colocar publicidad son una absoluta estupidez.
Mareas completamente diferentes
La idea más común que se tiene al pensar en el catastrofista escenario de la desaparición lunar es que dejaríamos de tener mareas. Esto es falso, pues la Luna no es el único astro que produce las mareas, pues también lo hace el Sol, aunque con una fuerza menor.
Recordemos que los océanos están sujetos principalmente a la fuerza gravitacional de la Luna, lo que produce las mareas. Si la Luna desapareciera súbitamente tendríamos mareas mucho más tenues debido a que el único objeto estelar que tiraría de ellos sería el Sol.
Estas mareas, que equivaldrían más a un suave oleaje, tendría cambios profundos en los ecosistemas marinos, debilitando las corrientes oceánicas e interrumpiendo el ciclo acuático que permite a los oceános limpiar sus aguas.
Otro efecto catastrófico sería la redistribución del agua hacia los polos, aumentando el nivel del mar en las costas y produciendo un cambio climático.
Un eje de rotación tan distinto como catastrófico
Esta relación es menos hablada porque es menos directa, pero el movimiento orbital de la Luna (los alrededor de 29 días que tarda en dar una vuelta a la Tierra) actúa como un estabilizador del eje de rotación terrestre y su inclinación de 23 grados.
Pues bien, sin la Luna, la precesión de la Tierra (el movimiento que realiza el eje terrestre y que completa un círculo cada 26,000 años) se ralentizaría, haciendo que el eje terrestre pierda estabilidad y cambie la inclinación del planeta entre los 0 y los 90 grados. Este cambio alteraría catastróficamente el clima, produciendo veranos de hasta 100 grados en algunos sitios, así como inviernos por debajo de los -80 grados en otras partes del planeta.
En un escenario hipotético de catástrofe total, el eje de la Tierra podría alinearse directamente hacia el Sol, provocando que algunas partes de nuestro planeta vivan eternamente iluminadas y sofocadas por un calor infernal, mientras que otras estarían en la penumbra total.
Adiós a miles de especies
Muchísimas especies se han desarrollado y adaptado a una noche con la luz de la Luna. Si nuestro satélite desaparciera súbitamente, estas especies que se adaptaron al cabo de miles de años tendrían que adecuar su naturaleza a una penumbra total.
La desaparición de la Luna también alteraría los ritmos y procesos vitales de muchas otras especies, como las migraciones, los calendarios reproductivos o la hibernación.
También, y en relación al efecto que tiene la Luna sobre las mareas, los ecosistemas marinos tendrían un duro golpe por la eliminación de las corrientes, que sirven como una especie de vehículo para transportar los nutrientes de los que dependen miles de especies.
Días más cortos y un planeta más inhóspito
Estos efectos no serían inmediatos, pues en sentido inverso, a lo largo de millones de años la Luna ha ralentizado el movimiento de rotación de la Tierra, que se cree era de unas 6 horas antes de la formación de la Luna.
Si la Luna desapareciera súbitamente, iniciaría un lento proceso para acelerar la velocidad de rotación de la Tierra. Los científicos creen que si la Luna jamás se hubiera formado la rotación de la Tierra se completaría en unas 8 horas. Este fenómeno también provocaría vientos más fuertes, de entre 160 y 200 kilómetros por hora.