Este martes comenzó el ciclo solar 25, que durará 11 años y será una nueva fase en la polaridad del Sol, lo que determinará variaciones en la meteorología espacial, de acuerdo a lo señalado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA).
Según científicos de la agencia junto con funcionarios de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), la estrella ya lleva nueve meses en esta nueva etapa y se estima que este nuevo ciclo será similar al anterior, desarrollado entre 2008 y 2019 y que, según los expertos, fue bastante tranquilo.
De todas formas, esto no quiere decir que esté “exento de riesgos”, aseguran.
De acuerdo con lo que señalan, el ciclo afecta la actividad en la superficie del Sol y se evidencia a través de las manchas ocasionadas por los campos magnéticos. Las variaciones en los campos magnéticos también ocasionan cambios en la cantidad de actividad en la superficie.
“A medida que salimos del mínimo solar y nos acercamos al máximo del ciclo 25, es importante recordar que la actividad solar nunca se detiene, cambia de forma a medida que oscila el péndulo”, afirmó Lika Guhathakurta, científica de la División de Heliofísica de la NASA.
Actividad más intensa
Los científicos esperan que la actividad del Sol aumente a medida que se acerque al máximo, estimado para julio de 2025. Si bien se estima que el presente sea tan “tranquilo” como el anterior, también está la posibilidad de riesgos.
“El hecho de que sea un ciclo solar por debajo del promedio no significa que no haya riesgo de clima espacial extremo. El impacto del Sol en nuestra vida diaria es real”, explica Doug Biesecker, copresidente del panel y físico solar en el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de la NOAA en Boulder, Colorado.
Las predicciones del clima espacial resultan útiles para proteger a las personas de eventuales emergencias provocadas por llamaradas solares que lleguen hasta la Tierra. Además, sirven para resguardar a los satélites y ondas espaciales, junto a los astronautas del programa Artemisa para retornar a la Luna.
Desde la NASA explican que analizar este escenario es el primer paso para entender y mitigar la exposición de los astronautas a la radiación espacial.