Uno de los objetivos de las misiones Apollo a la Luna fue traer rocas a la Tierra para su estudio. Y la conclusión a la que se llegó entonces fue que el satélite pudo haber tenido un campo magnético muy fuerte hace 4,000 millones de años.
Sin embargo, un nuevo estudio descarta aquellas conclusiones y revela que en realidad la Luna nunca tuvo un campo magnético, pese a lo que indicaron las rocas lunares que se han estudiado desde los años setenta del siglo XX.
¿Cómo pudo ser esto posible? Gracias al análisis llevado a cabo por científicos de la Universidad de Rochester se descubrió que la evidencia de campo magnético en dichas piedras lunares no tiene que ver con el satélite en sí, sino con la caída de asteroides que han modificado la superficie del satélite natural de la Tierra.
Asimismo, se analizaron también rocas cuya antigüedad es de 3,200 a 3,900 millones de años. Si la tesis inicial era la correcta –que la Luna tuvo un campo magnético durante ese lapso–, esas rocas deberían comprobarlo; sin embargo, no se encontró evidencia de ello luego del análisis. Además, el estudio de otras rocas lunares traídas por las misiones Apollo tampoco mostraron signos de un antiguo campo magnético.
John Tarduno, el científico a cargo de la investigación, cree que en la Luna sí pudo haber un campo magnético durante los primeros 100 millones de años después de su formación. Pero no hay forma de comprobarlo porque no hay restos de rocas o suelo lunar tan antiguos.
Este descubrimiento abre las puertas a nuevos estudios sobre el satélite de la Tierra, que podrían verse potenciados con la entrada a la carrera espacial de empresas privadas como Virgin Galactic o Blue Origin. Precisamente, la NASA está interesada en esto y para ello pagará cuantiosas sumas a las compañías que recojan muestras de la Luna.