Mientras el debate sobre el discurso libre y la censura se intensifica en Internet, algunos de los principales actores del espacio digital ya han comenzado a moverse en este sentido, aunque sea en silencio.
De acuerdo con la agencia Reuters y sus fuentes, YouTube, Facebook y otros gigantes de Internet han comenzado a automatizar el proceso para eliminar contenido extremista.
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Esta decisión ha sido muy aplaudida por diversos grupos de activistas y gobiernos que han instado a estos gigantes de Internet a luchar contra el terrorismo, ya que muchas organizaciones extremistas han utilizado las redes sociales, y en general la red, como una herramienta clave para el reclutamiento, la comunicación y la difusión de propaganda.
Este movimiento se produce apenas un mes después de que YouTube, propiedad de Google, Twitter, Facebook y Microsoft acordaran apoyar la nueva normativa contra la incitación al odio presentada por la Unión Europea. Y ahora parece que algunas de estas empresas se están tomando este tema en serio y están dando un paso hacia adelante.
Gracias a una tecnología automatizada que busca “hashes”, un identificador digital único que las empresas de Internet automáticamente añaden a algunos vídeos, se podría eliminar de manera eficiente cualquier contenido problemático desde la web. Por otra parte, con ello se evitaría que un gran equipo de personas tuvieran que revisar y ver este tipo de material una y otra vez.
Las empresas que están supuestamente utilizando esta tecnología automatizada aún no han confirmado sus métodos, pero según Reuters, «numerosas personas familiarizadas con la tecnología dijeron que los vídeos publicados podrían ser comprobados con una base de datos de contenido prohibido para identificar nuevas publicaciones de, por ejemplo, una decapitación o de cualquier otra muestra que incite a la violencia».
Sin embargo, el uso de la automatización e incluso la eliminación de dicho contenido sigue siendo un tema polémico, especialmente sobre quiénes deberían hacer de árbitros de lo que se supone que es un discurso en el que se hace uso de la libertad de expresión y de los comentarios que, por el contrario, deberían ser eliminados.
«Es diferente con los asuntos de copyright o los derechos de los niños cuando se trata de pornografía, ya que en estos casos se trata de algo claramente ilegal», subraya Seamus Hughes, director adjunto del Programa sobre extremismos de la Universidad George Washington. Pero, como señaló Matthew Prince, presidente ejecutivo de contenido de la empresa CloudFlare: «¿Por qué estas empresas iban a alardear o presumir de hacer censura?”.