La comitiva presidencial tiene nuevos integrantes. Apodados por la tradición como “La Bestia”, los dos flamantes Cadillac modelo 2018 fueron presentados por el propio Servicio Secreto de Estados Unidos en su cuenta de Twitter.
“¡El Servicio Secreto está listo para entrar en #UNGA 2018!”, proclamó el organismo en la red social, en la antesala de la intervención del presidente Donald Trump en la Asamblea General de Naciones Unidas.
The Secret Service is ready to roll into #UNGA 2018! pic.twitter.com/Ady0kISVy3
— U.S. Secret Service (@SecretService) 24 de septiembre de 2018
Originalmente ordenadas en 2014, fecha en la que el Departamento de Seguridad Nacional publicó su última solicitud de ofertas, las flamantes unidades se unen a otros ejemplares que la marca de lujo de General Motors ha aportado a la flota.
Los detalles específicos sobre la construcción, el blindaje, los componentes y las capacidades no fueron revelados. No obstante, el Servicio Secreto restringió la operación a los “principales fabricantes nacionales de automóviles de Estados Unidos”.
Hasta la década de los 80, las limusinas presidenciales fueron fabricadas por la división Lincoln de Ford Motor Company, que en esta ocasión no presentó una oferta por el contrato de las nuevas limusinas. Desde ese entonces, Cadillac, su principal competencia, ha sido el único proveedor.
“Este vehículo, un Cadillac 2018, continúa el legado del Servicio Secreto de proporcionar tecnología y rendimiento de última generación a su misión protectora”, manifestó el portavoz del organismo, el agente especial Jeffrey Adams, a Detroit Free Press.
La última vez que se presentaron nuevas limusinas presidenciales fue en enero de 2009.
En 2015, el entonces presidente Barack Obama le dijo a Jerry Seinfeld que “La Bestia” era “básicamente, un Caddy en un armazón de tanque”. Según el exmandatario, el sofisticado equipamiento comunicacional del vehículo le habría permitido incluso ordenar un submarino nuclear.
Aunque se desconocen los detalles de las nuevas limusinas, se informó que el ejemplar que trasladó al exmandatario tenía una armadura de ocho pulgadas de espesor, ventanas a prueba de balas de cinco pulgadas y neumáticos sin aire. Su interior completamente sellado protege a los pasajeros de ataques químicos.
Las caravanas del presidente de Estados Unidos suelen integrar dos limusinas: siempre hay una de reemplazo y, además, la duplicidad agrega un grado de confusión respecto de cuál efectivamente traslada a la autoridad.
En lugar de colocar múltiples pares de vehículos en el país y el mundo, el Servicio Secreto transporta las limusinas en un Globemaster C17 a cualquier lugar donde vaya el presidente. Un blindado Chevrolet Suburban, apodado “Roadrunner”, que sirve como oficina de comunicaciones móviles, también viaja en el avión.