Aston Martin tiene una reputación de rendimiento y elegancia, que con toda justicia se ha ganado. Ha creado algunos de los grandes vehículos de lujo (GT) más codiciados, incluso logrando eclipsar al propio James Bond con el icónico DB5 en Goldfinger. Pero al igual que el casting de Daniel Craig como agente 007, Aston Martin está ahora mezclando su fórmula ya conocida con el nuevo Aston Martin Vantage 2019.
El nuevo Vantage no es un GT como su modelo hermano, el DB11, y por ello no está obligado al mismo nivel de restricciones. Es un automóvil deportivo para exprimirlo que, si bien conserva el estándar de elegancia de Aston, se le permite un equipamiento adicional con componentes aerodinámicos que funcionan.
Parafraseando al CEO de la compañía fundada en 1913, Andy Palmer, se trata del segundo vehículo del plan del segundo siglo. La frase se hace cargo de uno de los prejuicios que rodean al fabricante: todos sus modelos son prácticamente iguales y, a ojos del gran público, son casi indistinguibles.
Las cosas han cambiado y prueba de ello es que el Vantage apenas comparte su propulsor V8 con el DB11, solo un tercio de su estructura y la manilla de la puerta. Además de eso, no hay piezas ni partes idénticas. Además, la edición 2019 es 70 por ciento nueva respecto de su predecesora.
Como un automóvil de nivel de entrada para la marca de lujo, el Vantage tiene un costo de $149,995 dólares, lo que lo coloca en el rango de los autos deportivos de dos plazas como el Audi R8 V10, McLaren 570S y, más directamente, con el Porsche 911 Turbo. Hay sólo una configuración disponible de Vantage, pero el automóvil se puede adaptar a través de paquetes opcionales para aquellos que buscan un poco más de comodidad, deporte o tecnología. Estos extras determinarán si tu Vantage funciona de manera básica, con reflejos exteriores de colores agresivos, o cargado con comodidades tales como asientos con calefacción de 16 vías, sensores de estacionamiento y un panel táctil central. Tú eliges.
El interior del Aston Martin Vantage es simplista, pero no espartano. Todo lo que hay en la cabina de dos plazas tiene un propósito. Cada detalle está cuidadosamente implementado y enfocado en el rendimiento: el Alcántara domina las superficies interiores porque evita que los ocupantes se resbalen como lo harían con el cuero. Unas pequeñas almohadillas están montadas a cada lado de la columna central para evitar que las rodillas del conductor y del pasajero se golpeen mientras se agarran las curvas. Los botones para cambiar los modos de conducción y la rigidez de la suspensión se encuentran en el volante, y apenas se requiere echar un vistazo para activarlas.
La consola central domina el interior, y hay que decir que se ve bastante “apretada”, como la del actual Chevrolet Camaro.
La consola central domina el interior, y hay que decir que se ve bastante “apretada”, como la del actual Chevrolet Camaro. A diferencia del Chevy, sin embargo, no hay una palanca de selección de disco, sino botones. Estos se ubican entre los controles de HVAC y la interfaz de la rueda de clic para la pantalla LCD de 8.0 pulgadas montada en el tablero. Los sistemas de entretenimiento de audio y navegación se encuentran aquí, como era de esperar, y es también donde los conductores pueden emparejar sus teléfonos para la transmisión de audio o llamadas de manos libres.
Aston ha dejado caer su parrilla tradicional para ahorrar peso, y en su lugar hay ahora una enorme boca negra mate que envía aire al motor y a los frenos mientras el divisor frontal aplica la carga aerodinámica. La cara -que recuerda las líneas de un tiburón- es una mixtura entre la apariencia del Vulcan y el DB10, el biplaza conceptual cuya producción se limitó a una decena de unidades y que nació para ser el carro de James Bond en la última entrega cinematográfica de la saga, Spectre (2015).
El aire continúa fluyendo por la parte inferior aplanada, canalizado por los respiraderos y expulsado por un enorme difusor trasero. Todo esto funciona a la perfección para mantener el carro pegado al asfalto y aumentar su estabilidad durante las maniobras de alta velocidad.
Su rendimiento urbano es de 19.7 millas por galón (mpg) (8.4 kilómetros por litro), mientras que en la carretera exhibe 34.3 mpg (14.6 kml).
Bajo el cofre hay un motor Mercedes-AMG V8 de 4.0 litros biturbo con que bombea 503 caballos de fuerza (hp), es decir 74 hp más que la variedad más potente del Vantage anterior, y 505 libras-pie (lb-ft) (685 Nm) de torque entre las 2,000 y 5,000 revoluciones por minuto (rpm).
Toda esta potencia se canaliza a través de una transmisión automática de ocho velocidades suministrada por ZF, la misma caja de cambios que se puede encontrar en el Alfa Romeo Giulia Quadrifoglio y el BMW Serie 5. Se trata de carros diseñados para el castigo, y cada fabricante elige a ZF por su durabilidad comprobada en aplicaciones de rendimiento. Aston Martin afirma que toda esta potencia puede enviar al Vantage de 0 a 60 mph (97 kilómetros por hora) en 3.6 segundos y que su velocidad máxima se empina hasta las 195 mph (314 kph).
Como sabemos que se trata de la versión de entrada, quizá estés preocupado de su eficiencia. De acuerdo a los antecedentes de la marca, su rendimiento urbano es de 19.7 millas por galón (mpg) (8.4 kilómetros por litro), mientras que en la carretera exhibe 34.3 mpg (14.6 kml).
El diferencial trasero electrónico en el Vantage es primero que vemos en un Aston, y está vinculado al sistema electrónico de control de estabilidad del automóvil. El mecanismo reacciona en milisegundos para mejorar la estabilidad cuando se toman curvas a altas velocidades.
El Vantage 2019 cuenta con una suspensión independiente con resortes helicoidales y barra estabilizadora tanto adelante como atrás, donde además presenta la configuración multibrazo. El Sistema de Amortiguación Adaptativa (ADS) con tecnología Skyhook ofrece como novedad los modos Sport, Sport + y Track.
Sus llantas de 20 pulgadas, que cuentan con una decena de radios en forma de «Y», montan neumáticos Pirelli P Zero 255/40/20 y 295/35/20, respectivamente.
Si de personalización se trata, el fabricante británico ha ideado cuatro paquetes. El Sport Plus incluye butacas y y volante deportivos, mientras que el Exterior Black incorpora acabados en negro mate para la malla de rejilla frontal y la ventana. El Tech Pack, que es estándar para el mercado australiano, le otorga entrada sin llave («keyless»), monitoreo de punto ciego, asistencia de estacionamiento, interruptores de vidrio y columna de dirección electrónica, entre otras mejoras. Finalmente, el Comfort te brinda asientos calefaccionados ajustables en 16 posiciones con apoyabrazos.
Aston Martin ha dejado en claro que el Porsche 911 Turbo establece el punto de referencia para el Vantage, y es apto para esta tarea. En línea recta, el 911 Turbo con tracción total dejará el Vantage atrás, pero seguramente preferirás a este último para dar una vuelta a una pista o salir por la noche. El placer de conducir es más que números y estadísticas, y esto es algo que Aston Martin ha entendido a la perfección. El Vantage es sexy, escandaloso y único. Exactamente, todo lo que el 911 no es.