Pese a que las langostas migran en enjambres formados por miles de ejemplares voladores, casi no registran colisiones entre ellos. La gran responsable de este viaje coordinado, armónico y seguro es una neurona que los científicos bautizaron como Lobula Giant Movement Detector (LGMD).
Un equipo de ingenieros mecánicos de la Universidad Estatal de Pennsylvania está tomando como referencia esta neurona para crear nuevos modelos robóticos de seguridad que permitan que los vehículos autónomos no choquen entre ellos, informó Inverse.
El profesor Saptarshi Das de ciencias de la ingeniería y mecánica en Penn State y coautor del estudio —publicado en la revista Nature Electronics— argumenta que las langostas son únicas entre los insectos, sobre todo en relación a sus habilidades visuales.
“Siempre estamos buscando animales con atributos extraordinarios, que hagan algo mejor que los humanos. La visión de los insectos es algo que la gente usa regularmente para diseñar sistemas automáticos. Pero las langostas son simplemente increíbles”, destacó.
Los autores del estudio aseguran que las neuronas de las langostas tienen dos formas diferentes de detectar movimientos y reaccionar ante posibles colisiones.
De partida, tienen un amplio campo de visión, lo que permite que una rama de la neurona LGMD detecte las langostas que se acercan, mientras que otra rama de la neurona observe la velocidad angular del objeto. Esta información ayuda a la langosta a juzgar qué tan rápido se acerca su par. La información combinada se envía a otra parte del cerebro de las langostas, lo que desencadena una respuesta de escape y la langosta cambia de dirección, señala Darsith Jayachandran, estudiante de posgrado en ingeniería y mecánica y principal autor del estudio.
Para imitar esta reacción en los vehículos autónomos, el equipo diseñó un dispositivo fotorreceptivo de menos de 0.001 milímetros por 0.005 milímetros en la parte superior de una puerta de memoria flotante, una pequeña celda de memoria USB.
Usando la intensidad de la luz, el dispositivo señalaba qué tan cerca estaba de una colisión.
El sistema aumentaba su corriente en respuesta a la luz entrante, que interpretaba como un objeto acercándose. Y contrarrestaba esos estímulos disminuyendo la corriente e inhibiendo la señal interna.
Durante pruebas de peligro de colisión, estas señales se combinaron generando una respuesta no monótona. Una especie de razonamiento artificial que imitaba la forma en que la langosta cambia repentinamente de rumbo para evitar los choques.
A diferencia de las langostas, que usan la neurona especial principalmente para evitar colisiones con otras, el dispositivo para automóviles podría, en teoría, usarse para evitar colisiones no solo con otros vehículos sino también con peatones. Esto es especialmente importante para los vehículos autónomos, que, lamentablemente, tienen un historial de atropellos con resultado de muerte.