No es un Ferrari ni un Lamborghini, sino que un Chevrolet. Los puristas pensarán también que tampoco responde a la categoría de superdeportivo, lo cual también será cierto. Pero nadie podrá negar que el nuevo Corvette Stingray 2020 no se asemeja ni se comporta como uno. Y todo por un precio que muchos podrán pagar.
Condujimos en Las Vegas un ejemplar de la debutante octava generación, que ha presentado como novedad principal la reubicación del motor en la parte central. La primera parte por carretera no nos permitió experimentar toda su capacidad, pero aun así encontramos sectores donde pudimos acelerar y encontrarnos con la mejor relación entre precio y potencia que hayamos conocido: 490 caballos desde $60,000 dólares.
No hay en el mercado otro producto que ofrezca semejante experiencia por menos de seis cifras. Además, comprobamos de primera mano el nivel de equipamiento de la versión de entrada, la 1LT, que poco tiene que envidiarle a las dos superiores. Las diferencias con la intermedia 2LT y la superior 3LT son muy sutiles, tanto que se necesitaría un experto conocedor para determinar de qué edición se trata.
“Algunas veces llega un auto que deja el panorama automotriz distinto que antes. En la jerga de Silicon Valley, nos vemos tentados a decir que dicho auto es un ‘disruptor’. El último auto que cambió el mundo automotriz de una forma tan radical fue el Tesla Model S, nuestro ganador en 2013”. Así definió al nuevo Corvette al galardonarlo como Auto del Año 2020 MotorTrend en Español, con cuyo jefe de redacción, Miguel Cortina, tuve el placer de compartir el volante.
Otro atributo que impresiona es la caja de velocidades, que responde de manera inmediata. Gracias a la transmisión de ocho velocidades y de doble embrague, el deportivo de Chevrolet se puede manejar auténticamente de forma manual. El tiempo entre marchas no existe, el cambio es instantáneo, todo gracias al cableado directo de los controles a la transmisión, sin intermediarios. Tampoco existe el cambio de marcha hacia arriba o abajo: todo es controlado por el conductor.
El segundo tramo de la prueba correspondió a la pista, donde tuvimos la oportunidad de girar a toda velocidad. Allí, el Corvette exhibe sus credenciales deportivas en toda la extensión de la palabra. Al tener el centro de gravedad tan perfectamente equilibrado, el agarre al asfalto es sin igual y la aceleración endemoniada. Al fin de la jornada, la pregunta fue unánime: ¿cómo ha logrado Chevrolet ofrecer tanto por tan poco?