En el marco del lanzamiento global del crossover X5 SAV 2019 de próxima generación en Atlanta, Alexander Schmuck, delegado de BMW en Estados Unidos, había deslizado ante la prensa especializada opiniones respecto de una eventual desaparición de los motores diésel en dicho mercado, en beneficio de los vehículos eléctricos híbridos enchufables.
Sus palabras abrieron la puerta a toda clase de especulaciones, que debió salir a despejar el vocero de la marca alemana en territorio estadounidense, Oleg Satanovsky. Según la última versión, el fabricante con sede en Múnich no ha adoptado decisión alguna en ese sentido, por lo que tampoco debería de haber novedades respecto de las motorizaciones de la próxima generación del X5.
La situación del SUV es particularmente notable, dado que es uno de los pocos modelos todavía disponibles con motor con encendido por compresión. Según el sitio de BMW en Estados Unidos, aún existen unidades 2018 diésel con la denominación xDrive35d, correspondientes a la generación anterior.
La compañía está “poniendo todos sus huevos en la canasta” de los vehículos eléctricos híbridos enchufables, afirmó el portavoz de BMW en el país, Oleg Satanovsky, al corregir las afirmaciones iniciales de Alexander Schmuck.
Varios habían apostado por el declive del poderío diésel de los bávaros en Estados Unidos y habían identificado a la temporada 2018 como un punto de inflexión, que les otorgaría protagonismo a los carros impulsados por energías limpias. Pero, así como el X5, el Serie 3 también viene con unidades para el año próximo con un propulsor a combustión interna como el 328d, que en Digital Trends probamos no hace mucho tiempo.
De acuerdo a la información entregada por correo electrónico por Satanovsky, el nuevo BMW X5 se lanzará con dos variantes de gasolina y se prevé que una versión híbrida enchufable aparezca en el transcurso del año subsiguiente como un modelo 2021. “No se ha tomado la decisión final sobre si la edición diésel del BMW X5 llegará al mercado estadounidense. BMW continúa monitoreando las preferencias de los clientes en América del Norte y, en consecuencia, está en condiciones de ajustar su cartera de productos», añadió.
En su cuarta generación, el SUV llegará a las salas de venta con los bloques xDrive 40i, un 3.0 de seis cilindros en línea provisto de un doble turbocompresor, y xDrive 50i, un bestial V8 de 4,4 litros también dotado con una configuración biturbo. Tras el lanzamiento inicial de esas dos versiones, saldrá de circulación la híbrida enchufable xDrive40e PHEV, que será reemplazada por la xDrive45e iPerformance. Independiente de la decisión que BMW adopte para Estados Unidos, los mercados de Europa y Asia sí contarán con dos opciones diésel del nuevo modelo X5.
Teniendo en cuenta el creciente desapego de la industria automotriz con los combustibles fósiles y la rápida expansión de las versiones «i» en BMW, las versiones de prensa que decretaron prematuramente la muerte de los motores diésel en Estados Unidos tampoco estaban tan alejadas de la realidad. Como si eso no fuese suficiente, los bloques cargan hoy con un fuerte estigma heredado del escándalo “Dieselgate”, que afectó a alrededor de 11 millones de unidades del grupo Volkswagen en todo el mundo.
Tras el estallido del caso, BMW fue el único fabricante alemán de vehículos que mantuvo en su oferta para los países de América del Norte vehículos propulsado por diésel. De hecho, la compañía germana sometió sus vehículos a rigurosas pruebas para certificar que –a diferencia de sus compatriotas rivales- cumplían a cabalidad con las normas de emisiones.
Golpeadas por una serie de demandas colectivas por parte de sus propios clientes y el pago de millonarias multas e indemnizaciones para sus accionistas, Volkswagen, Audi y Porsche acabaron retirando de Estados Unidos todos sus ejemplares involucrados en la manipulación de los índices de gases contaminantes. Fue tal el impacto en el sector, que marcas como Mercedes-Benz también debieron adoptando medidas similares, no obstante sus modelos estaban libres del software desarrollado para sortear, por la vía del engaño, las exigencias de la autoridad medioambiental.