El aumento de casos de coronavirus con la variante ómicron ha hecho que la gente se pregunte si la pandemia terminará en algún momento o si estamos destinados a vivir con ella para siempre.
Afortunadamente, los expertos coinciden en que la pandemia sí se terminará. No se erradicará totalmente el COVID-19, pero sí lo veremos salir de la fase pandémica y pasar a la fase endémica.
Esto significa que el virus seguirá circulando en partes de la población mundial durante años, pero su prevalencia e impacto se reducirán a niveles relativamente manejables, así que será más como una gripe que como una enfermedad capaz de detener el mundo.
Para que una enfermedad infecciosa se clasifique en la fase endémica, la tasa de infecciones debe estabilizarse con los años, en lugar de mostrar un alza de casos inesperados como lo ha hecho el COVID-19.
De acuerdo con Eleanor Murray, epidemióloga de la Universidad de Boston, “una enfermedad es endémica si el número reproductivo es estable en uno, eso significa que una persona infectada, en promedio, infecta a otra persona”.
Lamentablemente, en estos momentos no estamos ni cerca de eso. La variante ómicron es altamente contagiosa, por lo que cada persona infectada a su vez contagia a más de una persona. Por esa razón, los casos están en aumento en todo el mundo.
Antes de que se descubriera la variante ómicron a finales de noviembre, algunos expertos en salud decían que la variante delta podría representar el último gran acto de la pandemia y que podríamos alcanzar la endemicidad en 2022. Sin embargo, ahora el panorama es incierto.
Ahora, cabe preguntarse: ¿la variante ómicron llevará la endemicidad hacia un futuro lejano? O, por el contrario, ¿acelerará el camino hacia la endemicidad, lo que provocaría que desarrollemos una capa de inmunidad natural al infectar a tantas personas rápidamente?
“Esa es, en realidad, la pregunta del millón de dólares. Es realmente difícil de contestar en este momento”, dijo Angela Rasmussen, viróloga de la Universidad de Saskatchewan en Canadá, a Vox.
Es complicado saber la respuesta, en parte, porque la endemicidad no significa solo reducir el número de reproducción del virus a uno. Ese es el mínimo indispensable para obtener la clasificación endémica, pero lo cierto es que hay otros factores que también influyen.
Estos factores son la tasa de hospitalizaciones y muertes, si está saturado el sistema de salud hasta el punto de tener poco espacio disponible para el público o una escasez de personal, o si hay tratamientos disponibles para reducir la cantidad de personas que se enferman de gravedad.
De manera general, un virus se vuelve endémico cuando los expertos en salud, organismos gubernamentales y el público llegan a un consenso y aceptan el nivel de impacto que tiene este, es decir, que ya no signifique una crisis activa.
En este momento, evidentemente estamos en crisis, con el aumento de los casos con la variante ómicron. En consecuencia, varios gobiernos han vuelto a implementar medidas más estrictas en la población para evitar los contagios. Pero según Rasmussen, “mucho depende de la carga que supondrá para el sistema de atención de la salud. Y eso será diferente de una comunidad a otra”.
Ómicron parece provocar una enfermedad más leve que las variantes anteriores (hasta el momento), pero aun así un aumento masivo de casos aún podría llevar a que la cantidad de hospitalizaciones y muertes se eleve, lo cual podría tensionar más los sistemas de atención médica que ya se encuentran en una situación complicada. Por esa razón, Rasmussen concluye que “ómicron ciertamente tiene el potencial de retrasar la endemicidad”.
Otro factor determinante para terminar la pandemia, de acuerdo con Rasmussen, es cuánto tiempo llevará hacer que las vacunas sean accesibles en todo el mundo (y combatir la incertidumbre sobre las vacunas).
En estos momentos la población mundial no está siendo vacunada lo suficientemente rápido como para privar al virus de oportunidades de mutar en algo nuevo y más complicado. “Si solo una pequeña proporción de personas tiene acceso a las vacunas, simplemente vamos a seguir jugando a la variante ‘Golpea al topo’ indefinidamente”, dijo Rasmussen.
Pero también hay que considerar los aspectos positivos. Joshua Michaud, director asociado de política de salud global en la Kaiser Family Foundation, dijo que “la increíble cantidad de infecciones está aumentando la inmunidad a nivel de la población”, lo cual “será crucial en términos de silenciar las olas futuras”.
Además de que ómicron puede generar algo de inmunidad en las personas que se infectan con él, las vacunas y los refuerzos también contribuyen a “un importante muro de inmunidad que se está construyendo”, afirmó Michaud. Sin embargo, advirtió que “ese es un muro para las variantes que ya hemos visto. Podría haber otra variante que pudiera evadir la inmunidad en el futuro”.
Asimismo, en el contexto de la endemicidad, según Michaud, “son muy importantes las píldoras antivirales. Si tenemos esas herramientas, estaremos viendo un estado muy diferente de cara al 2022. La gente no debería sentir que hemos vuelto al punto de partida”. Esto es alentador.
A pesar de los titulares atemorizantes que circulan actualmente, el mundo está en mejor forma que al comienzo de la pandemia. Afortunadamente, a estas alturas, se ha descubierto mucha más información sobre cómo funciona el COVID-19, además de producir máscaras, vacunas, refuerzos, tratamientos y pruebas rápidas eficaces para combatir la pandemia de la mejor manera posible.
Pero los expertos llaman a no despreocuparse, estos instan a la población a tomar más precauciones de las que se podrían haber tomado en las semanas previas a la aparición de ómicron. Si continuamos cuidándonos, posiblemente lograremos ver al virus pasar a la etapa endémica más pronto de lo que pensamos.