Un reporte de la BBC publicado después de la celebración de la conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre el cambio climático COP26, que tuvo lugar a principios de noviembre en Glasgow, advierte sobre un rápido aumento en el número de las “afirmaciones engañosas y falsedades en relación al clima” en las redes sociales. El reporte indica que estas inexactitudes ya no se enfocan tanto en la existencia del fenómeno del cambio climático, algo que ya es imposible de negar, sino en sus causas y también en las maneras de combatirlo.
Una de las víctimas de esta oleada de desinformación fueron las conclusiones de un informe preparado por Volvo llamado “Reporte de huella de carbono, Volvo C40 Recharge”, en ocasión del lanzamiento de la C40 Recharge, una hermosa crossover compacta eléctrica de portón inclinado que comenzó a fabricarse en la planta de Volvo en la ciudad belga de Ghent este otoño.
Un artículo viralizado en redes sociales afirma mediante un estridente titular que “Volvo dice que un coche eléctrico necesita casi 200,000 km para compensar el CO2 que se emite en su fabricación”. Ante tamaña aseveración es imposible no hacerse dos preguntas: ¿cómo Volvo justificaría su propósito de transformarse en un fabricante de autos exclusivamente eléctricos para 2030?, ¿cuál sería el propósito de la fabricación de vehículos eléctricos?
Por fortuna, el estudio está a disposición de todo el que lo quiera ver. En este se calculó la huella de carbono de la C40 Recharge y la comparó con la de la camioneta XC40 con motor de combustión interna, o ICE por sus siglas en inglés, la cual está construida sobre la misma arquitectura modular de autos compactos de Volvo que utiliza la C40 Recharge, presumiblemente porque no tiene un equivalente con ICE.
El estudio toma en cuenta tres escenarios que dependen de dónde se adquiere la electricidad usada durante la vida útil del vehículo: electricidad de origen 100 por ciento renovable, la mezcla entre electricidad de origen 100 por ciento renovable y electricidad creada por el uso de combustibles fósiles vigente en Europa y la mezcla a nivel mundial, calculada con un gran componente de electricidad creada por la quema de combustibles fósiles.
Volvo reconoce que la producción de la C40 Recharge emite 70 por ciento más de CO2 que el emitido durante la producción de la XC40 ICE, principalmente por la batería, pero también concluye que bajo ninguno de los escenarios planteados la C40 Recharge tiene una huella de carbono mayor que la de la XC40 con ICE. Volvo también produce una versión eléctrica de la XC40, llamada XC40 Recharge, que se utilizó en la comparación con resultados muy similares a la del XC40 Recharge, aunque menos favorables debido a la aerodinámica mejorada de la nueva crossover.
En el escenario del uso de electricidad de origen 100 por ciento renovable, la C40 Recharge compensa las emisiones creadas en su fabricación después de recorrer 49,000 km (30,625 millas), ese umbral aumenta a 77,000 km (48,125 mi) con la mezcla europea y a 110,000 km (68,750 mi) con la mezcla mundial. El estudio nunca menciona el umbral de los 200,000 km (125,000 mi), excepto como el estimado de vida útil del vehículo, el que hay que decir que en ese momento tendrá una huella de carbono negativa, ya que habrá compensado más CO2 del que contribuyó durante su uso y operación.
Es cierto que los vehículos eléctricos con batería emiten una cantidad considerable de CO2 en su fabricación, y un poco más durante su uso, pero esas emisiones son compensadas relativamente temprano en la vida del vehículo, una situación que mejora cada vez más a medida que avanza la tecnología utilizada en su fabricación y operación.
Lo que sí es irrefutable es que los vehículos eléctricos con batería son la única alternativa a los autos de operación sucia que tenemos hasta que no se masifique el uso de los vehículos eléctricos que generan su propia electricidad en celdas de combustible alimentadas por hidrógeno líquido, cuya única emisión es agua pura.