Simple en su concepción, pero tan complejo como el artista lo desee. El pixel art, una técnica de ilustración que podría describirse como puntillismo digital, experimenta una resurrección luego de dominar –más por limitaciones técnicas que por gusto– el estilo gráfico de los videojuegos de los años ochenta y caer en desuso en los noventa con la transición a los gráficos poligonales con las consolas PlayStation y Nintendo 64. Las nuevas herramientas de ilustración digital, así como la nostalgia por lo retro, son los impulsores detrás del nuevo boom del pixel art, que esta vez trasciende más allá de los videojuegos hasta convertirse, precisamente, en un nuevo tipo de arte: el del pixel.
Los orígenes
El pixel art nació en la década de los setenta como una técnica de ilustración en las primeras computadoras para el mercado casero y consolas de videojuegos. La técnica consiste en dibujar una imagen mediante pequeños puntos conocidos como pixeles.
El pixel art de los años setenta y ochenta estaba seriamente limitado en las consolas de videojuegos, que tenían muy poca memoria en comparación con los estándares modernos. En el caso del Nintendo Entertainment System (SNES), la resolución máxima de la consola era de 256 pixeles horizontales por 240 pixeles verticales o 240p, es decir, todos los elementos mostrados en la pantalla estaban limitados a una cuadrícula 61,440 pixeles. Ese número parece demasiado grande, pero estaba limitado por la reducida paleta de colores de la consola de 56 tonos, de los cuales solo 25 podían mostrarse simultáneamente en pantalla.
Para los años noventa, con la llegada de consolas como el Super Nintendo Entertainment System (SNES), el pixel art mejoró sustancialmente gracias a que podía mostrar más colores en pantalla (256 simultáneamente de una paleta de 32,768) , aun cuando la resolución era ligeramente menor que la de su predecesora NES.
La debacle
Para finales de 1994, Sony estrenó en Japón la PlayStation, una consola capaz de desplegar gráficos poligonales. En tanto, para 1996 Nintendo haría lo propio con la Nintendo 64, migrando el desarrollo de videojuegos del 2D al 3D. Esa transición significó la paulatina muerte del pixel art en los videojuegos, pese a que la PlayStation tuvo auténticas joyas que llevaron el pixel art a un nuevo nivel gracias a una mayor resolución y una paleta de colores más amplia (hasta 153,600 tonalidades).
En la PlayStation, juegos como Rayman, Beyond the Beyond, Suikoden y Castlevania: Symphony of the Night mostraron que el pixel art estaba lejos de llegar a su techo. Paradójicamente, cuando el pixel art se veía mejor, la industria de los videojuegos migró a modelos tridimensionales que no alcanzaron un nivel de detalle sobresaliente sino hasta bien entrado el siglo XXI.
La resurrección
En otra paradoja, cuando los gráficos tridimensionales alcanzaban un nivel de detalle sobresaliente, un puñado de desarrolladores que abanderaron el movimiento de los juegos indie (videojuegos creados sin el apoyo de grandes distribuidoras) vio en el pixel art el estilo gráfico ideal para juegos nuevos. Las consolas de videojuegos y las computadoras habían dado saltos cuánticos desde la popularización del pixel art en los años ochenta, alcanzando resoluciones de hasta 2 millones de pixeles con el Full HD y millones más de colores, en tanto que las técnicas de animación e ilustración también habían evolucionado sustancialmente.
La era de la PlayStation 3 y la Xbox 360 trajo consigo fantásticos juegos pixel art como Fez y Super Time Force, mientras que otros desarrolladores como el canadiense Brian Provinciano de plano decidieron emular el estilo gráfico de la era de los 8-bit con juegos como Retro City Rampage.
Más allá de los videojuegos
La resurrección del pixel art motivada por la nostalgia a lo retro no se limitó al mundo de los videojuegos. Buena parte de la popularización del arte digital está basada en la creación de composiciones complejas hechas con pixel art.
En este apartado destacan las producciones de artistas como Wanella, que diseña complejas composiciones pixel art que acompaña con música.
Otras de las representaciones más elaboradas del arte del pixel como una forma de representación son las hiperdetalladas imágenes conocidas como pixoramas del colectivo eBoy, compuesto por los artistas Steffen Sauerteig, Svend Smital y Kai Vermehr.