La gran cantidad de chatarra espacial se ha convertido en un verdadero problema, incluso peligroso. Los restos de satélites, cohetes y otros materiales fragmentados lanzados al espacio durante las últimas seis décadas se han transformado en amenazas que ponen riesgo a las distintas misiones.
El último antecedente importante afectó a la Estación Espacial Internacional (ISS) que debió maniobrar de emergencia para evitar impactar escombros de un viejo cohete japonés lanzado en 2018 y que se desintegró en febrero del año pasado, según un artículo de The Guardian.
Según la NASA, los escombros habrían pasado a 1.39 kilómetros de la ISS, sin embargo, de todas formas se decidió elevar la órbita de la estación como medida de precaución.
La ISS debió ser empujada hacia arriba por una cápsula de carga rusa (Progress), que se amarró a la estación y posibilitó el encendido de sus propulsores, operación que duró casi tres minutos.
Debido a la emergencia, los tripulantes, dos rusos y un estadounidense, debieron ser ubicados temporalmente en la parte rusa de la estación espacial, lo que hubiese permitido una evacuación urgente en la cápsula Soyuz en caso de peligro, lo que en definitiva no fue necesario.
Un riesgo creciente
Últimamente, este tipo de incidentes no resultan poco comunes, de hecho, su ocurrencia parece ir en ascenso.
Según la NASA, entre 1999 y 2018, la estación espacial tuvo que evitar escombros de este tipo en 25 ocasiones, situación que preocupa al interior de la agencia espacial.
“La Estación Espacial maniobró tres veces en 2020 para evitar los escombros. En las últimas dos semanas, ha habido tres conjunciones potenciales de alto riesgo. ¡Los escombros están empeorando!”, señaló en Twitter, Jim Bridenstine, jefe de la NASA.
Al mismo tiempo, el funcionario pidió 15 millones de dólares al Congreso para la Oficina de Comercio Espacial, para que se hagan cargo de la vigilancia de objetos espaciales y coordinar así advertencias con los operadores de satélites privados en caso de riesgo de colisión.