Cuando vimos por primera vez el Dodge Challenger SRT Hellcat, quedamos muy impresionados —si no incluso algo aturdidos— con la idea de todos esos caballos de fuerza abarrotados bajo el capó. Uno podía perfectamente imaginarse cómo sería conducir todo aquello, aunque también cabía preguntarse si, algún día, le agregarían incluso más poder.
Y claro: alguien de Dodge pareció preguntarse exactamente lo mismo. Y como si el mismísimo demonio se metiese en la cabeza de los ingenieros, Dodge dio a la luz el Challenger Demon.
Con una promesa de 840 caballos de fuerza y 770 libras-pie de torsión, el Demon Challenger se ha presentado ante todo como un carro hecho para fulminar a la competencia.
Hemos conocido el Challenger Hellcat y otros “productos musculosos” de Dodge antes, en todo tipo de condiciones, por lo que hemos querido dejarnos de preámbulos e ir directamente al grano: queremos averiguar cómo el Challenger Demon puede ser ese “cohete de la línea recta” que dice ser.
El juguete del diablo
En primer lugar, los 840 caballos y las 770 libras-pie de torque le provienen de un V8 de 6.2 litros Hemi sobrealimentado. Aunque es un derivado del Hellcat, el motor del Demon se ha desarrollo especialmente para superar las metas de SRT.
Entre numerosos ajustes, el motor viene con un nuevo supercargador de 2.7 litros que ahora sube el impulso entregado a 14.5 psi. El límite de revoluciones del Demon ha aumentado a 6,500, y ahora está equipado con un enfriador, que esencialmente reorienta el refrigerante del aire acondicionado de la cabina. En lugar de simplemente mantener a los pasajeros frescos, ayuda también a enfriar el aire que entra en el sobrealimentador.
El motor también está listo para funcionar con combustible de octanaje más alto del que encontrarías en la gasolinera de la esquina. De hecho, necesitarás más para sacar los 840 caballos de potencia. Con una gasolina regular Súper sin plomo, el demonio llega “sólo” a los 808 caballos de fuerza y 717 libras-pie de torsión, que sigue siendo… Bueno: sigue siendo bastante. Toda esta potencia va al tren trasero a través de la transmisión automática de ocho velocidades del Hellcat.
Hay tres maneras de hacer que el Demon vuele por la pista. El primero es el método de pisar el freno, una forma práctica en la que los automáticos se calienten antes de soltar el pedal de frenado. El segundo es el control de lanzamiento, donde el conductor puede marcar en las revoluciones y dejar que la computadora a bordo haga todos los cálculos. No es tan divertido, y no estás sacando el máximo provecho del diabólico Hemi. Luego está el Transbrake, que en realidad mantiene el carro en su lugar, bloqueando el eje de salida de la transmisión antes de salir disparado. Es la mejor forma: la más entretenida, y la más diabólicamente recomendable.
Los concesionarios ya está recibiendo órdenes para los ansiosos que quieran poseer el Demon Challenger (o ser poseído por él…). Los precios comienzan en $84,995, aunque las opciones como un asiento de pasajero —sí, eso es un extra opcional por $1— verán que el precio sube un poco más.