La nueva consigna es clara: todos encerrados en casa. De pronto, uno se encuentra en cuarentena en las dimensiones de su domicilio junto con sus hijos y mascotas, pero el confinamiento (al cierre de esta edición sin una fecha de conclusión en países como España) hace que no puedas ver a familiares ni amigos. De pronto, te invade una asfixiante sensación de aislamiento, de estar incomunicado. Los primeros días pasan así, en soledad, hasta que recibes la primera videollamada de un amigo: no era, desde luego, la primera que recibía, pero pronto se convirtió en un hábito. En poco tiempo, te das cuenta de que este sustituto ha llegado para quedarse.
Por desgracia, la cuarentena va para largo y lo que era una anécdota se ha convertido en una costumbre: la obligación de mantener las distancias físicas ha logrado acortar las virtuales y, casi sin darme cuenta, me vi llamando por FaceTime o Messenger a amigos con los que apenas mantenía un contacto mediante email o alguna llamada ocasional.
Las ‘happy hours’ a través de la pantalla
Este confinamiento ha puesto patas arriba la forma en la que nos comunicamos y, de la noche a la mañana, se han vuelto populares aplicaciones que antes apenas se empleaban en el mundo laboral o por nichos de mercado. Me estoy refiriendo a Zoom y, sobre todo, a House Party, dos aplicaciones que se han situado en lo más alto de las listas de descargas en las tiendas de aplicaciones móviles. Pero no se trata solo de una cuestión de ocio: las videollamadas se han convertido en una tranquilizadora válvula de escape para quienes pasan el confinamiento solos en casa.
¿Realmente es una sensación o las videollamadas son un fenómeno real? Vamos a asomarnos a las cifras de quienes se han decidido a compartirlas: Facebook asegura que el uso de las llamadas de vídeo en Messenger han crecido en un 70 por ciento tras la expansión de la pandemia. Y no son solo videollamadas: la popular plataforma de mensajería también ha registrado un considerable aumento de mensajes de vídeo (pulsando sobre la cámara durante unos segundos), una potente manera de informar de nuestra situación a los seres queridos o de compartir cariño y amistad.
No estás solo
Ahora que hablamos de informar de la situación en países donde la cuarentena es total, como es el caso de España, y que cuentan con una población muy envejecida, son muchos los mayores que viven solos y no pueden salir de casa. Más allá de las visitas autorizadas que puedan recibir, una videollamada por WhatsApp o aplicaciones semejantes, puede ser balsámica para todos. Es una forma de decir a la gente que vive sola que, en realidad, no está sola.
En este sentido, otro dispositivo que puede venir muy bien a los mayores en su aislamiento son las bocinas con pantalla como el Amazon Echo Show. Este hardware les permite ponerse en contacto de viva voz y aceptar llamadas sin necesidad de levantarse. ¿Realmente puede ser tan terapéutica una videollamada? Lo cierto es que sí, no llega a sustituir el contacto físico, pero no cabe duda de que ayuda.
De alguna manera, hemos vivido de espaldas a las llamadas con video, pese a estar entre nosotros desde hace mucho tiempo, y ha tenido que ser una grave pandemia la que nos ha forzado a otorgarle el valor que se merece. Pero hay un inesperado elemento que está haciendo despuntar las videollamadas: Instagram ha dejado de ser tan «cool». Para entendernos, sigue siendo la red de redes, pero ahora ya no puedes subir selfies espectaculares porque estás confinado en casa.
¿Te has dado cuenta? Las Stories de tus amigos ahora han perdido mucha fuerza y la mayoría de ellas son haciendo equilibrios con el papel higiénico o desde la ventana… El encierro nos está obligando a reestructurar todo y, desde luego, a colocar a las videollamadas en el sitio que les corresponde.