Una nueva foto, esta vez te aseguran, quienes la han visto, que sales muy bien, que ese moreno te favorece… La ansiedad crece por momentos cuando pasan los segundos, éstos se convierten en minutos, y el goteo de ‘me gusta’ es desesperadamente lento. Esta situación te puede parecer ridícula, o tal vez no tanto, pero es una realidad que viven con mayor o menor intensidad los usuarios de Instagram. Si se sube una foto, sobre todo si es de uno mismo, y no tiene una aprobación positiva en forma de ‘likes’, el descalabro emocional en determinadas personas está a la vuelta de la esquina. Y Facebook lo sabe mejor que nadie, así que se está preparando para una medida drástica: Acabar con la tiranía de los ‘likes’.
Desde el pasado 27 de septiembre, la firma de Mark Zuckerberg, va a comenzar una prueba mediante la cual se eliminan los ‘me gusta’ de Instragram con el objetivo de terminar con las envidias y el impacto emocional negativo de una ausencia de likes. La idea consiste en eliminar la exposición pública de los ‘me gusta’ y que solo sean visibles por el propio autor de la foto; de esta manera se evita el mal trago de comprobar que una foto no ha tenido el impacto esperado en likes.
El experimento lo van a llevar a cabo inicialmente en Australia para comprobar el impacto psicológico real del efecto ‘me gusta’ en el comportamiento del usuario, aunque posteriormente amplió el número de mercados a Irlanda, Italia, Japón y Brasil, entre otros, lo que nos sugiere que el experimento tiene todos los visos de consolidarse como función general del producto.
Instagram, como problema de salud mental
El plan de Facebook pasa por ocultar el número de likes por entrada y dejarlo en una mera mención no cuantificable, pero… ¿Por qué ocultar los likes? Los responsables de la compañía se refieren abiertamente a “reducir la presión” de los adolescentes y personas más vulnerables que tengan una dependencia emocional por la reacción de sus seguidores.
Esta red social en particular es considerada la que más impacto tiene en la salud mental de sus usuarios, según se desprende de un estudio llevado a cabo por la Royal Society for Public Health en el que un elevado número de encuestados con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años mostraron unos elevados niveles de ansiedad y baja autoestima debido al impacto de sus fotos en la red social.
En este estudio queda claro que las redes orientadas a la publicación de imágenes, esto es, Instagram y Snapchat, eran las que provocaban un mayor impacto en sus usuarios. Algunos detractores de este tipo de estudios destacan que no se tiene en cuenta el estado mental previo de los encuestados, pero más allá de esto, el sentido común sugiere que las personas más vulnerables pueden sufrir las consecuencias de una falta de likes o bien comentarios negativos cuando exponen su imagen.
El precio de la exposición
Puedes pensar que se trata de una medida exagerada, o por el contrario, que se queda corta y que llega muy tarde, o tal vez que el problema se encuentre en el propio usuario. Un paseo por perfiles de usuarios jóvenes muestra una exposición exagerada de su físico y este hecho paga un altísimo peaje: por un lado, la obsesión con los ‘me gusta’ fuerza a algunos usuarios a exhibirse tal vez en exceso (en algunos casos, bordeando los límites de la normativa de Instagram), y por otro, si no hay un retorno positivo de la foto, la desazón e incluso angustia pueden apoderarse de los más jóvenes, atrapados por la tiranía de lo estético y pueril.
Pero ¿puede sobrevivir una red social como Facebook o Instagram sin los ‘likes’? Los responsables de este experimento están convencidos de ello, y de hecho, sostienen que esta decisión, de prosperar y generalizarse, motivará que los usuarios se centren en la calidad del contenido y no fuercen las fotos para arrancar me gusta de forma exagerada, como sucede ahora mismo.
El impacto del ‘me gusta’ en el cerebro opera como una recompensa, según apuntan los psicólogos; un like supone un mensaje de inclusión y la acumulación de muchos puede indicar una alta aprobación social del usuario. Estos datos nos sugieren que los me gusta, o más bien la dependencia de los mismos, paga un elevado peaje en la sociedad y la buena noticia es que por lo menos, Facebook parece que es consciente de ello. ¿Qué pasará a partir de ahora? Es difícil de saber, pero se trata de un primer paso en la correcta dirección de cuidar, desde las plataformas, el impacto en los usuarios de las redes sociales.