De alguna u otra forma, Bugatti Automobiles ha existido durante más de un siglo. El patrimonio de la compañía incluye algunos de los vehículos más dominantes del automovilismo, así como los modelos de carretera más espectaculares del pasado siglo XX. Sin embargo, a pesar de estos pergaminos, nadie anticipó el impacto de un nuevo supercar Bugatti en 2005.
El Veyron 2005 (uno de los carros más caros del mundo) no tenía objetivos competitivos. Dicho de otra manera, no se ajustaba a las restricciones presupuestarias. Fue construido con el único propósito de romper los límites superiores de los vehículos de carretera. En un suspiro, el Veyron superó la velocidad máxima de McLaren F1 de 240.1 mph (386.4 km/h), un récord que había permanecido durante siete años, convirtiéndolo de golpe en el auto más rápido del mundo. Además, liberó cientos de caballos de fuerza para tener una aceleración de 0 a 60 mph, muy por debajo de los 3.0 segundos, y se puso a la venta con un precio inicial de 1.48 millones de dólares.
Hace más de una década que el mundo del automóvil había recuperado su aliento colectivo: Ferrari, Porsche, McLaren, Koenigsegg y otros fabricantes de gama parecían haber firmado las paces y estaban cada uno muy bien por su lado. Pero Bugatti ha vuelto a romper la fiesta.
Además de una reconstrucción del motor, el Bugatti Chiron tiene nuevas ruedas, nuevos neumáticos, nuevos frenos, aerodinámica, mecánica de dirección y componentes de transmisión, todo distinto del Veyron. Estas actualizaciones mecánicas complementan un sorprendente nuevo diseño exterior e interior.
El Chiron es un producto de la filosofía de Bugatti que dice que «la forma sigue a la actuación». Cada una de sus propiedades de diseño más llamativas, incluyendo el pilar lateral en forma de C, es parte integral de una idea de exclusividad que lo precede todo.
En la parte delantera, los faros LED de ocho ojos con entradas de aire integradas se encienden al acercarse al vehículo. Bajo ellos, las presas de aire de nivel dividido mantienen frescos a los frenos delanteros, aplicando también una muy necesaria fuerza aerodinámica.
Por muy monumental que fuera, el Veyron nunca se ganó el derecho de ser llamado hermoso. El Chiron, sin embargo, sólo ofrece una mirada condescendiente que supera incluso lo bello, ya que trasciende lo que a diario podemos entender bajo este concepto. En realidad, nunca experimentarás un vehículo con tal presencia vinculante.
Como te puedes imaginar, con $3 millones de dólares te compras una increíble cantidad de refinamiento interior. Para decirlo con las palabras de Bugatti, «lo que ves es lo que tienes”. En otras palabras, si algo parece metal, es metal. Si ves lujo, exclusividad y refinamiento, es exactamente eso, ni más, ni menos.
Dado el objetivo de Bugatti de comodidad de conducción diaria, se deduce que el espacio libre, el espacio para las piernas y para la visibilidad son generosos. Además, los asientos acolchados de cuero son ergonómicos. Las ventanas de doble cristal filtran el paso para cualquier ruido ambiental. En verdad, el maletero del tamaño de la bolsa de mano puede resultar demasiado pequeño, pero el Chiron es de otros modos sumamente complaciente.
Por ejemplo, es complaciente en lo que encontramos en la bahía del motor: 16 cilindros en configuración W de 8.0 litros con cuatro turbocompresores de dos etapas (cada uno, un 60 por ciento más grande que los del Veyron), todo lo cual genera 1,500 caballos de fuerza y 1,180 libras-pie de torsión. Su sprint es de otro mundo: de 0 a 60 mph en sólo 2.3 segundos, con una velocidad máxima limitada electrónicamente de 261 mph, 420 kilómetros por hora.
¿Vale su precio el Bugatti Chiron? Para responder a esa pregunta, primero debes imaginar que estás en posición de gastarte $3 millones de dólares en un carro, tal y como a veces te has gastas un extra en zapatos de gama alta. Unas Sketcher de $20 dólares te irán muy bien, pero no te harán sentir especial. Ahora, esta idea, multiplícala por 20, o por 40. Ningún otro vehículo en el mundo (y cuando decimos ninguno, es NINGUNO) te dará la experiencia que te da el Chiron. Y claro: esta sensación extralimitada y única tiene un precio también exclusivo y excluyente.
Sucede que Bugatti no está aquí intentando vender un carro. Está poniendo a disposición de muy pocos la superioridad absoluta de lo que nunca antes ha sido un automóvil.