Sí, nos vuelven locos los alimentos, sobre todo cuando están repletos de sabores y fragancias que llenan nuestra boca y se deshacen en el paladar; y cómo no, la sal o las especias son los ingredientes estrella que llenan de sabores a nuestros platos favoritos. El problema, sin embargo, reside en que estos añadidos extra pueden suponer un problema de salud a la larga para ciertas personas con sobrepeso o problemas de tensión arterial.
Como bien sabes, todo sucede en nuestro cerebro: la información que se recibe de los estímulos de nuestro paladar ‘viaja’ a esa masa gris donde se obra el milagro y emitimos ese “¡qué rico!” que acompaña a nuestro plato favorito. En este sentido, el profesor Nimesha Ranasinghe propone una alternativa a los añadidos extra y lo hace a través de unos palillos y una tazón con los que se asegura lograr el mismo efecto que añadiendo sal y demás sabores.
En realidad, no se trata de su primera aventura en esta dirección y de hecho, a finales del año pasado ya nos propuso hackear el sabor de los cócteles mediante una aplicación que jugaba con nuestros sentidos. Pues bien, vuelve ahora a la carga con un proyecto elaborado en conjunto con la Universidad de Singapur y mediante el cual se aplican “impulsos eléctricos” a la lengua (sí, suena fatal), de manera que se aumentan ciertos sabores sin más efectos secundarios.
Es decir, sal sin sal. “Hemos desarrollado un par de palillos y un tazón de sopa para estimular la lengua mientras se come y se bebe”, explica Ranasinghe. Para lograr esta estimulación, el sistema emplea descargas eléctricas (mínimas, se entiende) en dos electrodos plateados aplicados en la lengua mientras se come. Empleando estos palillos, se puede simular el sabor de la sal, lo picante y lo amargo, siempre y cuando los palillos estén en contacto con la lengua.
Este sistema ayudaría, en teoría, a reducir la ingesta de sal. El equipo ha llevado a cabo pruebas en alimentos, como patatas sin sal, con un claro éxito al lograr engañar a quien los ha ingerido creyendo que eran saladas. Con el bol sucede algo semejante y ambos proyectos, por el momento, no dejan de ser interesantes apuestas de futuro que no sabemos si llegarán al mercado algún día. En cualquier caso, abren la puerta hacia un futuro en el que los sabores pueden ser ‘creados’ sin efectos secundarios para la salud gracias a la tecnología.