Los pulpos, considerados los invertebrados neurológicamente más complejos, son capaces de sentir dolor físico, recordarlo y responder con comportamientos sofisticados a estas experiencias.
Así lo reveló un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco (Estados Unidos), que arrojó nuevas luces sobre cómo los animales invertebrados experimentan el dolor.
Según los investigadores, los pulpos prefieren desplazarse a través de lugares donde su dolor fue aliviado y en cambio, evitan hacerlo por aquellos donde lo sufrieron.
Los hallazgos, publicados el 22 de febrero en iScience, demuestran que la sofisticación de su cerebro permite que el pulpo experimente dolor a nivel físico y lo traduzca en acciones.
“Esta es una habilidad muy compleja: vincular un sentimiento subjetivo sobre su estado corporal con un contexto novedoso, y luego recordar y evitar ese contexto más tarde”, afirmó la investigadora Robyn Crook a The Academic Times.
“Esto sugiere que el animal es consciente de un estado de dolor continuo. Esta es la primera vez que se ha demostrado tal capacidad en los cefalópodos”, agregó.
Debate en torno a los invertebrados
Los invertebrados constituyen al menos el 97 por ciento de los animales en la Tierra, pero se ignora su experiencia con el dolor.
Los estudios sostienen que es poco probable que los invertebrados más simples, como los insectos, experimenten dolor, al menos como lo hacen los humanos.
Sin embargo, los pulpos y otros cefalópodos son casos extremos entre los invertebrados, debido a su asombroso cerebro.
Los pulpos son los invertebrados más inteligentes y tienen habilidades cognitivas similares a los vertebrados más pequeños, como los reptiles y los anfibios.
El equipo de Crook ya había demostrado que los cefalópodos tienen las neuronas sensoriales para experimentar y localizar el dolor de forma física. Sin embargo, les faltaba demostrar si este podía afectar su estado de ánimo.
Aunque muchos animales muestran una respuesta inmediata al dolor, tomar la decisión de evitarlo es una habilidad cognitiva más sofisticada.
“En los cefalópodos aún no sabemos cómo son los circuitos neuronales detrás de la experiencia afectiva del dolor o si son similar a los vertebrados. Sin embargo, los datos conductuales y neurofisiológicos de este estudio así lo sugieren”.
Cómo se realizó el estudio
Para este estudio, ocho pulpos recibieron una pequeña inyección de ácido acético que les produjo un dolor agudo, aunque inofensivo, según Crook.
Luego se colocaron en tanque multicámara. Sin embargo, cuando se les permitía moverse, evitaban la cámara inicial donde experimentaron el dolor.
Además, mostraron una fuerte preferencia por una cámara en la que un investigador esperaba con una inyección analgésica para aliviar el dolor, lo que demostró que buscaban alivio.
Los pulpos que recibieron inyecciones también se acicalaron alrededor del lugar de la inyección, lo que demostró que estaban conscientes de la irritación.