En estos tiempos complicados hay que ganarse la vida como sea. El mercado laboral está tan saturado que solo aquellos que utilizan su ingenio pueden salir adelante.
A veces de formas, digamos, curiosas. Shoji Morimoto es un joven japonés de Tokio que ofrece sus servicios por 96 dólares. ¿Y qué hace Morimoto? Literalmente, nada.
En realidad, según sus propias palabras, de ser alquilado el hombre no hará más que “comer, beber y dar una respuesta sencilla”.
Morimoto comenzó a ofrecer este particular servicio en 2018 luego de publicar un tweet que decía: “Me ofrezco en alquiler, como una persona que no hace nada. ¿Le resulta difícil entrar a una tienda por su cuenta? ¿Echas de menos un jugador en tu equipo? ¿Necesitas que alguien te guarde un lugar? No puedo hacer nada más que cosas fáciles”.
La respuesta fue tan sorpresiva, que el japonés prontamente se vio demandado por un gran número de clientes.
Hoy asegura que atiende entre tres y cuatro al día, y ha comenzado a cobrar 96 dólares por sus servicios, pero solo como una forma de reducir el número de solicitudes. Asegura que, hasta la fecha, ha atendido a 3 mil personas.
Tiene sentido si consideramos que en la sociedad actual hay muchas personas que viven solas y siempre atesoran algún tipo de compañía. Por eso, varios de sus clientes solo quieren conversar y ser escuchados.
Así, en estos años, Morimoto ha sido contratado para posar para fotografías en Instagram, almorzar, acompañar a alguien a pedir el divorcio, atrapar mariposas en el parque y escuchar a funcionarios de la salud que luchan con su trabajo.
También hay casos más extremos, como el hombre que lo alquiló para contarle sobre un asesinato que había cometido o aquel que le pagó para que lo llevara del hospital a visitar el lugar donde había intentado suicidarse.
En una entrevista con el periódico The Mainichi, Morimoto señaló: “No soy un amigo ni un conocido. Estoy libre de las cosas molestas que acompañan a las relaciones, pero puedo aliviar los sentimientos de soledad de las personas”.
Su trabajo ha sido bien evaluado, por lo menos por sus clientes. Uno de ellos escribió: “Me alegro de haber podido dar un paseo con alguien manteniendo una distancia cómoda, donde no teníamos que hablar, pero podríamos, si quisiéramos”.