La ciencia no siempre tiene que ser seria o práctica, también puede ser divertida (y ridícula). Así lo ha demostrado la entrega 2020 de los IG Nobel, una parodia de los Nobel que reconoce a las investigaciones científicas más absurdas.
La ceremonia se lleva a cabo todos los años en el salón ceremonial Sanders Theatre de la Universidad de Harvard y es organizada por la revista de humor científico Annals of Improbable Research, bajo el lema «premios que te hacen reír y luego pensar».
Sin embargo, la crisis sanitaria obligó a que esta edición fuera realizada de manera virtual.
Esto no impidió que fueran destacadas singulares investigaciones, como la que buscaba determinar si era posible fabricar un cuchillo utilizando heces humanas congeladas, o la que perseguía comprobar que muchos científicos que estudian insectos en realidad le tienen miedo a las arañas.
Sin embargo, una de las que más llamó la atención fue la liderada por el doctor Stephan Reber, que se quedó con el IG Nobel de Acústica.
En la investigación, Reber y un grupo de científicos hizo vocalizar a una hembra de cocodrilo dentro de una cámara de helio. El objetivo era comprender cómo se pueden comunicar los caimanes, pero en el camino también comprobaron que inhalar helio también les deja una graciosa y fina voz a los lagartos.
Los resultados de este singular hallazgo incluso fueron publicados en el Journal of Experimental Biology.
“Las resonancias en su tracto vocal suenan más bajas en general si son más grandes porque es un espacio más grande en el que el aire puede vibrar. No sabíamos si los reptiles tenían resonancias. Las ranas, los anfibios, por ejemplo. Así que necesitábamos una prueba de concepto de que los cocodrilos realmente tienen resonancia”, señaló Reber a la BBC, quien de paso se mostró orgulloso del galardón obtenido.
Otros premios
- Premio de Psicología: Miranda Giacomin y Nicholas Rule idearon un método para identificar narcisistas examinando sus cejas. “Las cejas indican un narcisismo grandioso”, publicado en Journal of Personality.
- Premio de la Paz. Gobiernos de India y Pakistán, por hacer que sus diplomáticos toquen subrepticiamente el timbre de los demás en medio de la noche.
- Premio de Física: Ivan Maksymov y Andriy Pototsky, por determinar, experimentalmente, qué le sucede a la forma de una lombriz de tierra viva cuando se la hace vibrar a alta frecuencia. «Excitación de ondas corporales similares a Faraday en lombrices de tierra vivas vibradas», publicada en bioRxiv.
- Premio de Economía: Un grupo investigadores por de múltiples países por tratar de cuantificar la relación entre la desigualdad del ingreso nacional de diferentes países y el monto promedio de besos boca a boca. “La desigualdad del ingreso nacional predice variaciones culturales en los besos de boca a boca”, en Scientific Reports.
- Premio de Gestión: cinco sicarios profesionales en Guangxi, China, cada uno de los cuales subcontrató a otro para cometer un crimen que nunca se llevó a cabo. Cada sicario recibió un porcentaje del cobro, pero nadie cometió el crimen.
- Premio de Entomología: Richard Vetter, por recopilar evidencia de que muchos entomólogos (científicos que estudian insectos) temen a las arañas (que no son insectos). «Entomólogos aracnofóbicos: cuando dos piernas más hacen una gran diferencia», Richard S. Vetter.
- Premio de Medicina: Nienke Vulink, Damiaan Denys y Arnoud van Loon, por diagnosticar una afección médica no reconocida durante mucho tiempo: misofonía, la angustia de escuchar a otras personas hacer sonidos de masticación. “Misofonía: Criterios de diagnóstico para un nuevo trastorno psiquiátrico”, en PLoS ONE.
- Premio de Educación Médica: Gobernantes de Brasil, Reino Unido, México, Estados Unidos, India, Bielorrusia, Turquía, Rusia y Turkmenistán por “utilizar la pandemia viral Covid-19 para enseñar al mundo que los políticos pueden tener un efecto más inmediato sobre la vida y la muerte que los científicos y los médicos”.
- Premio de Ciencias Materiales. Investigadores de Estados Unidos y Reino Unido, que demostraron que los cuchillos fabricados con heces humanas congeladas no funcionan bien. «La replicación experimental muestra que los cuchillos fabricados con heces humanas congeladas no funcionan», en Journal of Archaeological Science.