Un grupo de investigadores de la Universidad Anglia Ruskin de Reino Unido realizó un estudio para averiguar qué países estarían mejor preparados para lidiar con un posible colapso de la civilización. Esto se refiere a las fallas en las cadenas de suministro globales, estructuras financieras y otros sistemas complejos mundiales con los que la humanidad no podría contar más eventualmente.
El estudio reveló que el país más preparado para las futuras amenazas sería Nueva Zelanda. Sin embargo, no sería la única región sobresaliente. Los otros países que destacaron en la investigación fueron Islandia, Reino Unido, Australia (Tasmania) e Irlanda.
Estos cinco países serían los más adecuados para mantener los altos niveles de complejidad social, tecnológica y organizacional dentro de sus propias fronteras, en caso de que ocurriera un colapso global.
Para determinar el resultado, los investigadores analizaron varios factores de los países: la autosuficiencia (infraestructura energética y manufacturera), la capacidad de sustentación (tierra disponible para la agricultura y la población en general) y el aislamiento (distancia de otros grandes centros de población que pueden estar sujetos a eventos de desplazamiento).
La investigación, publicada en el diario Sustainability, explica cómo una combinación de destrucción ecológica, recursos limitados y crecimiento de la población podría desencadenar una reducción en la complejidad general de la civilización, con el cambio climático como un “multiplicador de riesgo”.
Aled Jones, uno de los investigadores que trabajó en el estudio, afirmó en un comunicado de prensa: “Es posible que se produzcan cambios significativos en los próximos años y décadas. El impacto del cambio climático —que incluye una mayor frecuencia e intensidad de sequías e inundaciones, temperaturas extremas y un mayor movimiento de población— podría determinar la gravedad de estos cambios”.
El estudio expone una suposición estremecedora y sugiere que el orden global como lo conocemos se podría alterar debido a las crisis ambientales, energéticas y de infraestructura.
“Nuestro estudio tiene como objetivo resaltar las acciones para abordar los factores interrelacionados del cambio climático, la capacidad agrícola, la energía doméstica, la capacidad de fabricación y la excesiva dependencia de la complejidad, que son necesarias para mejorar la resistencia de las naciones que no tienen las condiciones iniciales más favorables”, dicen en el comunicado.
Según los académicos, este escenario catastrófico podría ocurrir como un “largo descenso” durante décadas o en un año sin previo aviso. También afirman que podría ser un híbrido entre ambos periodos, con una iniciación gradual que gane impulso a través de “ciclos de retroalimentación” y finalice en un colapso abrupto. Además, afirman que los efectos podrían extenderse rápidamente debido a la “hiperconectividad e interdependencia de la economía globalizada”.