Los delfines no siempre fueron esas simpáticas criaturas que nos sorprenden con sus acrobacias. Hace 24 millones de años, un gran depredador habitaba las costas de Carolina del Sur, Estados Unidos, y sus restos fosilizados están arrojando luces sobre su comportamiento y el pasado que une a estas especies con las ballenas barbadas.
El bien conservado esqueleto del Ankylorhiza tiedemani, como fue bautizado el cetáceo de unos 15 pies de largo (unos 4.5 metros) encontrado en la década del 90 en Lowcountry, da cuenta de un depredador con dientes frontales en forma de colmillo, según el estudio publicado en la revista Current Biology.
Los restos fosilizados fueron descubiertos por el paleontólogo privado Mark Havenstein y comprados por un coleccionsita, quien posteriormente los donó al Museo de Historia Natural Mace Brown de la Universidad de Charleston, donde se encuentran en la actualidad.
El esqueleto incluye un cráneo bien conservado, la mayor parte de la columna vertebral, la caja torácica y una aleta. «La morfología craneodental, el desgaste dental, la morfología vertebral del torso y el tamaño del cuerpo sugieren que el Ankylorhiza era un depredador macrófago, que podía nadar relativamente rápido, lo que indica que era uno de los pocos cetáceos extintos que ocupaba un nicho similar al de las orcas», advierte el estudio.
Antepasado común
Robert Boessenecker, profesor adjunto del Departamento de Geología y Geociencias Ambientales de la Universidad de Charleston, afirma que se trata de uno de los primeros esqueletos encontrados de un miembro muy temprano de las ballenas dentadas —familia que incluye a delfines, marsopas y cachalotes—, poco después de que divergieran hace alrededor 35 millones de años de las ballenas barbadas.
«Lo que hace que eso sea importante es su posición evolutiva como un delfín de ramificación muy temprana. La mayoría de los primeros delfines se conocen solo por los cráneos, por lo que tener un esqueleto con aletas y la mayoría de las vértebras nos da una visión sin precedentes de la evolución de las adaptaciones de natación», explica.
Según el investigador, este hallazgo permitió confirmar que las ballenas barbadas y los delfines tienen muchas similitudes, debido a la evolución convergente antes de que se produjera su división evolutiva.
El esqueleto muestra algunas adaptaciones para nadar más rápido que otros delfines más pequeños, pero también algunas características primitivas. «Los paleontólogos y biólogos asumieron durante mucho tiempo que muchas de las adaptaciones para la natación rápida en ballenas barbadas y ballenas dentadas fueron adaptaciones antiguas compartidas, gracias a su patrimonio común durante los últimos 35 millones de años», sostiene.