Congelar los alimentos es una cómoda y práctica forma de extender su vida útil y preservar su sabor y propiedades.
El problema es que no es una manera sustentable de gestionar lo que comemos, ya que involucra un gran costo energético y una alta emisión de gases contaminantes a la atmósfera.
El inconveniente pasa, principalmente, por los dispositivos de refrigeración que se usan para guardar la comida.
Ahora, un grupo de investigadores propone una nueva forma de congelar los alimentos que podría reducir el consumo de energía hasta en 6,500 millones de kilovatios-hora al año.
La reducción resultante de las emisiones de carbono, de 4,590 millones de kg, equivale a retirar de la circulación cerca de un millón de vehículos.
De acuerdo con los investigadores, este ahorro podría conseguirse de manera rápida y económica “sin necesidad de realizar cambios significativos en los equipos e infraestructuras actuales de fabricación de alimentos congelados”.
El método propuesto se basa en una estrategia que el mismo equipo ideó para transportar órganos para pacientes trasplantados.
La técnica se llama congelación isocórica y consiste en almacenar los alimentos en un recipiente rígido y hermético de plástico duro o metal lleno de un líquido como el agua y colocarlo en un congelador.
A diferencia del método tradicional, este nuevo modelo no convierte los productos en hielo sólido, sino que solo congela 10 por ciento del volumen del agua del recipiente; la presión dentro de la cámara impide que el hielo se expanda continuamente.
“El ahorro de energía se debe a que no hay que congelar los alimentos completamente sólidos, lo que consume una gran cantidad de energía”, detallan los autores.
Los profesionales buscan ampliar esta tecnología a nivel industrial y comercializarla próximamente.