Preocupado se encuentra un grupo de investigadores ingleses luego de que un estudio alertara sobre el daño que provocan los tratamientos anti pulgas de las mascotas en los ríos de aquel territorio.
La investigación, que fue publicada en Science of The Total Environment, revela que los insecticidas utilizados en perros y gatos constituyen un veneno para los cursos de agua, especialmente para los insectos acuáticos, los peces y las aves que dependen de ellos.
El estudio halló fipronil en el 99 por ciento de las muestras de 20 ríos. Este componente, de degradación particularmente tóxico del pesticida, se encontraba a un nivel 38 veces superior al límite de seguridad.
Tanto el fipronil, como otro agente llamado imidacloprid presente en los ríos, hace largo tiempo que se encuentran prohibidos en las granjas de aquel país.
«No podíamos creer que los pesticidas fueran tan frecuentes. Nuestros ríos son contaminados de forma habitual y crónica con estos dos productos químicos», explicó Dave Goulson, profesor de la Universidad de Sussex.
A raíz de estos preocupantes resultados, los investigadores recomiendan desalentar la utilización exagerada de este tipo de productos, además sugieren el empezar a trabajar por una nueva legislación que regule estos tratamientos.
En Inglaterra, los tratamientos antipulgas están aprobados sin una evaluación de daño ambiental. Por lo mismo, urge que las autoridades se hagan cargo de este problema.
Los investigadores fueron capaces de determinar el daño de estos productos sobre algunos insectos:
«Un tratamiento contra pulgas de un perro de tamaño mediano con imidacloprid contiene suficiente pesticida para matar a 60 millones de abejas», agrega el científico como referencia.