A fines de 2021, Vishal Garg, CEO de Better.com, obtuvo la fama por una razón poco afortunada: fue él quien despidió a 900 empleados a través de una videoconferencia de Zoom.
Sin embargo, eso sería apenas el final de un historial de mantener infelices a los empleados.
Dos años antes de ese episodio, gran parte de los trabajadores de Better habló por teléfono con dos mujeres en una pequeña empresa emergente en Brooklyn, Nueva York, sobre los problemas con Garg.
Esas mujeres eran Ariella Steinhorn y Amber Scorah, y esa empresa emergente era Lioness, una plataforma donde los empleados pueden contar sus historias sobre “encuentros con el poder” mediante ensayos. Esta también cuenta con una vasta red de trabajadores expertos en internet que comparten consejos y asesoría sobre cómo tomar las historias en los lugares de trabajo y sacarlas a la luz pública sin acudir a los periodistas tradicionales.
Por esa razón, Steinhorn y Scorah sabían cuán miserables eran los trabajadores de Better incluso antes de que comenzara la pandemia.
Steinhorn comenzó Lioness en 2019, cuando trabajaba como gerente de comunicaciones para la empresa de scooters eléctricos Spin. Ella tenía un negocio secundario en ese momento llamado Simone (precursor de Lioness), el cual conectaba a las personas que sufrían acoso en su lugar de trabajo con recursos legales, al igual que Lioness lo hace hoy.
A finales de 2019, motivada por la necesidad que vio mediante su negocio, Steinhorn dejó Spin para lanzar Lioness y trabajar en el proyecto a tiempo completo y en solitario. Este rápido se volvió demasiado exigente para una sola persona y cuando Steinhorn buscó a alguien para que colaborara con ella, conoció a Scorah en LinkedIn. Ella se estaba haciendo un nombre como defensora de las políticas de licencia parental y como escritora con una historia personal y dolorosa detrás: su hijo falleció en su primer día de guardería, después de que se viera obligada a volver al trabajo.
Tras ese lamentable episodio, Scorah escribió un ensayo para The New York Times sobre su pérdida, y su historia junto con su defensa de mejores políticas de licencia resonaron con otras madres. Cuando comenzó a encontrar su lugar como escritora, reconociendo el poder de compartir su propia pérdida, y conoció a Steinhorn. Las dos mujeres de Brooklyn vieron en la otra el poder que tiene contar una historia propia cuando se relaciona con un problema social.
Con muy poca publicidad y sin optimización de motores de búsqueda (su sitio web es difícil de encontrar en Google), Steinhorn y Scorah han logrado una reputación de boca en boca que lleva a unas cuantas personas cada semana a Lioness para buscar apoyo con un problema en el trabajo, incluyendo a mínimo 20 empleadas que acusaron al CEO de Blue Origin, Bob Smith, de crear una cultura sexista y discriminatoria que sofocó la innovación y el crecimiento.
“Muchas de las historias que Lioness trae al público son historias que han sido reprimidas previamente por dinero, acuerdos de confidencialidad y amenazas”, las cuales incluyen casos de “corrupción, abuso y acoso sexual, encubrimientos, fraude, resiliencia y redención”, de acuerdo con su sitio web. Sin embargo, también han comenzado a recopilar historias sobre fraude financiero, delitos de cuello blanco y prácticas comerciales poco éticas o manipuladoras.
“Ayer, escuchamos de cinco o seis personas solas que necesitaban ayuda. Todos salieron de un trabajo de carpintería el 3 de enero”, dijo Steinhorn. “Hemos hablado, por supuesto, con empleados de tecnología, médicos internistas, mineros de oro, urólogos, agentes de bienes raíces. Ayer hablé con alguien que trabaja en la industria del cine en la mezcla de sonido”, agregó.
Según Steinhorn, “existe una alta correlación entre si los empleados están siendo terriblemente abusados y el fraude financiero en una organización. Si tienes a alguien que está dañando a mucha gente a través de la intimidación, eso puede trasladarse a otros ámbitos de la empresa. Definitivamente hay patrones que vemos en términos de prácticas laborales y prácticas financieras. Hay formas en que las personas configuran las cosas para minimizar la responsabilidad en cualquier práctica”.
Por cada persona que tenga una historia que contar, Scorah y Steinhorn pasarán semanas, o incluso meses, ayudándolas a elaborar una narración que creen que es objetivamente precisa y emocionalmente veraz para el ensayista. Operan como el departamento de opinión de una importante organización de noticias, con la excepción de que aquí les brindan a sus fuentes conexiones legales con los principales bufetes de abogados.
Tampoco alentarán a alguien a escribir una historia pública a menos que estén completamente preparados para las consecuencias de la atención de los medios, y no publicarán nada a menos que hayan verificado las afirmaciones de todos. Scorah y Steinhorn también suelen hablar con varias personas en una empresa (como en el caso de los ensayos de Blue Origin y SpaceX), incluso si solo la historia de una persona termina publicada en línea.
Según Delphine Halgand-Mishra, fundadora y directora ejecutiva de una organización de apoyo a denunciantes llamada The Signals Network, en los últimos años de la administración de Obama comenzaron a surgir equipos coordinados legales, de estrategia y de medios para los denunciantes tecnológicos (recordemos a Edward Snowden y Chelsea Manning).
Asimismo, destacados denunciantes como la exempleada de Facebook, Frances Haugen, y el exempleado de Pinterest, Ifeoma Ozoma, han hecho que se les dé importancia al hecho de tener una estrategia legal y de medios coordinada en la industria tecnológica, dijo Halgand-Mishra.
Lioness es uno de los participantes más nuevos en el creciente espacio de apoyo a los denunciantes. Sin embargo, aunque la mayoría de las organizaciones como The Signals Network se financian a sí mismas a través de subvenciones en un modelo sin fines de lucro, Lioness lo hace principalmente mediante asociaciones pagadas con bufetes de abogados. Los bufetes de abogados le pagan a Lioness como socio, y Lioness deriva a los clientes a sus abogados para que los ayuden y reciban asesoramiento legal gratuito cuando lo necesiten. Lioness ha recibido ofertas de capital riesgo, pero Steinhorn y Scorah han rechazado las inversiones porque quieren un control total sobre su trabajo.
Aun así, no son inmunes a tratar de ganar dinero con la expectación de un área tecnológica emergente: acuñaron un NFT (token no fungible) para una obra de arte adjuntada a un ensayo de la plataforma como fuente de financiación experimental, y ahora aceptan donaciones en criptomonedas. “Quienquiera que compre el NFT, no sabemos necesariamente quiénes son. No tienen ningún control sobre nosotros”, dijo Steinhorn. “Hay tanto dinero dando vueltas en ese ecosistema que, si alguien fuera a comprarlo, podría ser una fuente de ingresos para nosotros que no nos genere un conflicto”.
Lioness también explora proyectos de películas documentales —que tienden a ser vías más lucrativas que las historias escritas para las empresas de la industria de los medios—, mientras planean seguir escuchando y publicando historias de empleados que necesitan alzar la voz.