Una publicación en el British Medical Journal da cuenta de una tabla realizada por Oxford y el MIT que establece la escala de peligros del COVID-19.
Este esquema marca diferentes variables como: el uso o no de mascarillas, el espacio físico de una reunión, si uno está hablando o incluso cantando y el grado de distanciamiento físico óptimo.
Una de las cosas que plantean estos investigadores, es que la distancia de 1 a 2 metros que se plantean como necesarias, no deben tomarse de manera rígida, sobre todo pensando en que se deben combinar con todos los factores mencionados anteriormente.
Para los científicos estas reglas «se basan en una noción anticuada y dicotómica del tamaño de las gotas respiratorias. Esto pasa por alto la física de las emisiones respiratorias, donde las gotas de todos los tamaños quedan atrapadas y movidas por la nube de gas turbulento húmedo y caliente exhalado que las mantiene concentradas mientras las transporta por metros en unos pocos segundos. Después de que la nube se desacelera lo suficiente, la ventilación, los patrones específicos de flujo de aire y el tipo de actividad se vuelven importantes. También son importantes la carga viral del emisor, la duración de la exposición y la susceptibilidad de un individuo a la infección».
La tabla básicamente mide el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 de personas asintomáticas en diferentes entornos y para diferentes tiempos de ocupación, ventilación y niveles de hacinamiento (ignorando la variación en la susceptibilidad y las tasas de diseminación viral).
Los científicos de Oxford y el MIT detallan que en este cuadro, «las calificaciones son indicativas de riesgo relativo cualitativo y no representan una medida cuantitativa. Es posible que también deban tenerse en cuenta otros factores que no se presentan en estas tablas al considerar el riesgo de transmisión, incluida la carga viral de una persona infectada y la susceptibilidad de las personas a la infección. Toser o estornudar, incluso si se deben a irritación o alergias mientras esté asintomático, agravaría el riesgo de exposición en un espacio interior, independientemente de la ventilación».