Algunas decisiones en la vida llegan casi solas, y un buen día me vi en la tesitura de entrar como socio en un nuevo proyecto (cierto riesgo), o bien dar el paso de montar mi propio negocio (mucho riesgo). Y lo hice. Si lo miro con perspectiva, el salto fue valiente pero puedo confirmar que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Como podrás suponer, este cambio traía consigo una circunstancia añadida: dejaba la oficina física, el horario y el calor de una nómina, por crear mi propio espacio en casa, fijar mi propio horario y ser, en definitiva, mi propio jefe.
Y a día de hoy, en muchas países vivimos una situación excepcional: la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus (COVID-19) ha obligado a muchos a dejar sus lugares de trabajo para encerrarse en sus casas y –he aquí el asunto– seguir siendo productivos. Hay división de gustos: a algunos les agrada, y otros lo detestan. Como sea, si por opción personal o razones de fuerza mayor te ves obligado a trabajar desde tu hogar, las siguientes consideraciones te interesarán, y mucho.
Mitos y verdades de trabajar desde casa
“Vas a estar todo el día en pijama y abriendo la nevera”
Dado este arriesgado paso y habiéndolo comunicado a mi entorno, debo decir que la reacción fue muy variada pero con un elemento en común: miradas de suspicacia. Sí, aunque la mayoría de la gente te apoye abiertamente por esta decisión, en el fondo piensa que estás loco y que te vas a estrellar contra el muro de las expectativas. Fueron estas miradas las que dispararon mis alarmas, pero (y aquí llega mi primer consejo) hay que persistir y seguir tu camino porque los resultados no tardarán en llegar.
La suspicacia dio paso a otra frase que escuché mucho: “te vas a pasar el día en pijama y comiendo” y te puedo confirmar que no es así: alguien que trabaja desde casa y lo hace en conciencia, sabe que está trabajando y generando ingresos, lo que conlleva una responsabilidad inherente. Por mi experiencia te confirmo que cuando se trabaja, se trabaja ¿Quiere esto decir que se sigue un horario a rajatabla? No en mi caso, y esta es la grandeza de trabajar desde casa: se hace por objetivos.
La productividad de no tener horarios
Si bien es cierto que la inercia te lleva a mantener un horario similar al que tenías antes, la realidad es que poco a poco lo irás adaptando. Y es maravilloso. Quita de tu cabeza el concepto de estar sentado en tu despacho mirando el reloj: trabajar desde casa es como una vuelta ciclista, trabajas por etapas. Cada etapa es un hito, proyecto o meta que tú mismo te estableces, y una vez que lo alcanzas, puedes salir a dar un paseo o tomar un café. Sí, te acercas casi sin quererlo a aplicar técnicas semejantes a la de Pomodoro.
Los remordimientos, el peor enemigo
Derivado de esto último, te verás a las 11 de la mañana tomando un café en el bar mientras todo el mundo trabaja, o paseando el perro al mediodía y atento a los sentimientos que te aborden porque este fue el obstáculo más complicado de superar por mi parte: el de los remordimientos. Te verás a ti mismo como un vago (y es posible que recibas algún comentario socarrón en este sentido), pero pronto descubrirás que no es así, sino que posiblemente trabajes más y mejor que alguien que lo hace en una oficina. ¿Por qué? Porque tú estás comprometido a cumplir objetivos claros y concisos y si no lo haces, no cobras; ya no tienes el paraguas de la empresa que te contrataba.
No te encierres en casa
No tener ni jefes ni horarios tiene sus claras ventajas y grandes inconvenientes: entre los segundos, verás que eres el jefe más duro y exigente que has tenido nunca y que si te descuidas, te verás trabajando fines de semana y festivos. Pero una de las principales ventajas es que puedes llevarte la oficina a cuestas y para ello hay que invertir en una buena mochila y elegir el entorno perfecto (todas las ciudades tienen su café con mesas amplias y buen wifi). Trabajar fuera de casa ocasionalmente te oxigena y disipa esa potencial sensación de aislamiento que tenemos los autónomos.
Tecnología al servicio del trabajador ‘casero’
Si hay una circunstancia en la que se pueda aprovechar y rentabilizar bien el uso de la tecnología es trabajando desde casa. Quien trabaje desde casa y además desee extender su desempeño en cafés, deberá contar con herramientas flexibles: en mi caso, empleo los siguientes dispositivos:
MacBook Pro (2018)
Se trata de mi computadora ‘grande’ que empleo, en el despacho con una base elevadora y un teclado Logitech, por aquello de cuidar la postura. La MacBook Pro reúne todo lo que espero en una laptop: suficientemente potente como para exigirle un elevado rendimiento, pero lo bastante compacta y ligera como para llevarla encima en la mochila. Por otro lado, su batería permite salir de casa por la mañana sin preocuparse en llevar el cargador.
iPad Pro (2018)
Cuando me he referido a la MacBook como el equipo ‘grande’ me refería a la capacidad, puesto que de hecho, el dispositivo que más utilizo, de lejos, es la iPad Pro junto con el teclado y el Pencil, un periférico que cada vez utilizo más. La versatilidad del iPad me permite usarlo en vertical para leer contenido en internet o hacer brainstorming con el Pencil, pero también como herramienta principal de escritura.
Amazon Echo Show
No, no me he vuelto loco ¿Un Echo Show como herramienta de trabajo? Pues resulta que sí: empleo el dispositivo para escuchar música de fondo mientras trabajo (la cuenta está conectada a Apple Music), para hacer conversiones rápidas (de divisas, de medidas…) y para establecer recordatorios. Nunca pensé que iba a utilizar tanto un dispositivo de estas características.