Las keynotes discurren siguiendo todos los cánones a los que ya nos tienen habituados los fabricantes de los principales modelos de teléfono y el nuevo iPhone, las nuevas versiones del Samsung Galaxy o OnePlus: dejan al descubierto unos diseños que rayan con la lujuria a la vista de quienes amamos con locura el mundo de la telefonía.
Bordes redondeados, pantallas infinitas sin casi orificios, auténticas joyas del diseño y luciendo materiales de primer nivel, todo para terminar oculto —en el peor de los casos— bajo una barata funda china. Todas los meses de diseño arruinados por una cuestión de conveniencia, pero… ¿es esto realmente así?
La lógica de la funda
No parece muy necesario explicar cuál es la función de una funda, también llamada carcasa o estuche, pero lo recordaremos: estos accesorios, imprescindibles para una gran mayoría de usuarios, cubren el dispositivo por todos sus extremos, protegiéndolo ante una potencial caída.
Este es el mayor temor de quien se ha dejado en torno a $1,000 dólares por un equipo que puede terminar resquebrajado en un despiste. Visto así, el costo de una funda (puede partir de los $10 dólares), parece una inversión lógica y que todo el mundo debería acometer. Se trata de un paso extra que resulta obligatorio para muchos, pero el peaje a pagar es más caro de lo que parece.
Lo segundo que hay que comprender es que una funda no protege la parte más delicada del dispositivo: su pantalla. Lo primero que se rompe, en términos generales, en una caída suele ser el vidrio de la pantalla en una estampa que resulta desgarradora ¿Por qué no optar entonces por un protector de pantalla? Lo cierto es que este complemento, por sí solo, no nos ayudará mucho en caso de una caída, sino que su mayor eficacia llega acompañado de una funda. Esta última es la primera barrera de protección en caso de impacto y la segunda, el protector de pantalla que absorberá la tensión sobre la misma.
Por qué no llevar funda
Reconozcámoslo: ver a alguien poner su teléfono último modelo sobre la mesa tal cual fue diseñado, nos provoca mucha envidia. El lucir el teléfono tal cual fue diseñado y sin artificios nos permite mostrar al mundo la belleza de un chasis en el que los ingenieros han invertido muchísimas horas. Es la esencia en estado puro, pero no se trata únicamente de una cuestión estética: un teléfono sin funda ocupa mucho menos en el bolsillo y se desliza con mayor facilidad. Hay más argumentos que esgrimen los defensores de llevar el dispositivo ‘desnudo’, como por ejemplo, el hecho de que acumule mucho polvo y porquería (ya sabemos lo desagradable que puede resultar en ocasiones quitar momentáneamente una funda para limpiar el dispositivo).
Pero renunciar a una funda no implica necesariamente dejar el teléfono desamparado ante una potencial caída: en conversación con nuestro editor en jefe, Juan García, me reveló que él personalmente no protege su iPhone con un elemento físico, sino que opta por Apple Care (salvo cuando puede sustituir la cartera con una funda con ranura para tarjetas). Este seguro le protege ante caídas y en Estados Unidos su precio resulta muy interesante. Hay que reconocer que este planteamiento resulta muy atractivo y tentador, pero no evita algo que, en lo personal, me condiciona mucho: el efecto psicológico. Con el teléfono protegido con una funda —en mi caso, protejo mi iPhone con una preciosa Mujjo color oliva— no dudas a la hora de dejar el dispositivo sobre una superficie sucia y tampoco te preocupa mucho si se te cae de un bolsillo porque sabes que no le pasará nada realmente grave.
Son muchos los que renuncian a la funda
Aunque no hay datos oficiales ni un estudio solvente que acredite el uso de protección física en los teléfonos, es fácil caer en la tentación de pensar que la gran mayoría lo hace. ¿Es realmente así? Posiblemente, el estudio más realista al que he tenido acceso lo llevó a cabo GSMArena, y en él preguntó abiertamente a sus lectores si usaban una funda o no para proteger sus teléfonos. Logrando un número de respuestas muy elevado (más de 12,000), podemos considerar que los datos son bastante verídicos y reflejan con certitud la realidad del mercado. Y te puede sorprender: 38 por ciento de los encuestados reconoció llevar sus dispositivos sin funda para “mostrarlos tal y como fueron diseñados”. Una ratio francamente elevada si consideramos el coste del dispositivo y los riesgos que se asumen.
Pero de lo que no cabe ninguna duda es que la decisión de proteger un teléfono o no es totalmente personal y, por descontado, de lo cuidadoso que sea uno con sus cosas. Personalmente, puedo contar con los dedos de una mano las veces que se me ha caído el iPhone al suelo a lo largo de los años, pero ya sabes cómo son estas cosas… basta con que quites la funda para que tu preciado equipo termine por primera vez hecho trizas contra el asfalto.