Un grupo de científicos presenta evidencias de lo que se podría considerar un gato de hace más de 1,000 años, el cual pudo haber sido una mascota de pastores a lo largo de la Ruta de la Seda.
Desde 2011, la ciudad abandonada de Dhzankent, Kazajistán, ha sido objeto de investigaciones internacionales, encabezadas por los arqueólogos Irina Arzhantseva y Heinrich Haerke. El año pasado, una de las científicas del grupo, Ashleigh Haruda, descubrió los huesos de un felino. Después de estudios, se determinó una composición detallada del gato, que vivió y murió a fines del siglo VIII en una gran aldea en el río Sir Daria.
Lo que es interesante es que la inspección minuciosa de los huesos reveló una serie de fracturas graves que se había curado, lo que supone que humanos debieron haber cuidado al animal mientras no podía cazar. Asimismo, análisis isotópicos estables mostraron que probablemente se alimentaba de pescado.
“Los huesos no solo nos dicen qué animal era, sino también nos dicen otras cosas, como su ascendencia y su dieta”, refiere Haruda.
Añade que si bien algunas civilizaciones antiguas como la egipcia y la romana tenían gatos como mascotas, no se sabe mucho sobre estos animales fuera de esos tiempos y lugares.
El gato estudiado probablemente pertenecía a Oguz, una tribu turca pastoralista. La gente del grupo vivía en las estepas de Asia Central, cerca de la actual Mongolia, Kazajistán y otros países vecinos, de acuerdo con Haruda.
Aunque estas personas viajaban frecuentemente, tenían una ciudad capital, Dhzankent, ubicada en la actual Kazajistán. Haruda confirma que sí fue inusual encontrar un gato domesticado aquí, ya que la gente de Oguz solo tenía animales con propósitos bien definidos.
Las excavaciones todavía se están produciendo en el sitio, por lo que no se descartan más descubrimientos sobre otros animales a lo largo de la Ruta de la Seda.