Fabrizio Copano es uno de los comediantes latinoamericanos más reconocidos que existen en la actualidad. El actor y escritor nacido en 1989, en Santiago, Chile, alcanzó la fama internacional luego de convertirse en el primer humorista sudamericano en grabar un especial de comedia para Netflix.
Copano, quien salió del popular programa chileno El Club de la Comedia, también dirigió su propio estelar llamado El late de Copano y fue uno de los presentadores del espacio La Culpa es de Colón, de Comedy Central.
Hoy día vive en Los Ángeles, Estados Unidos, y en agosto lanzó el podcast Four From the South junto a uno de los guionistas de The Office, Steve Hely.
El programa presenta historias y noticas propias de Latinoamérica, pero explicadas para el público estadounidense. De hecho, se transmite en inglés.
En entrevista con Fabrizio Copano, conversamos sobre el desafío de hacer humor para el mercado norteamericano y la importancia que han tenido para el despegue de su carrera otros comediantes latinos que viven en Estados Unidos.
Además, explica cómo una visión en común desde ambos territorios frente a una diversidad de temas lo ha ayudado en su trabajo como comediante. “Ya tenemos un solo enemigo que es el calentamiento global, entonces estamos todos perdidos al mismo tiempo”, señala.
¿Cómo ha sido la experiencia de grabar un podcast de comedia en inglés para Estados Unidos?
Para mí hacer un podcast en inglés, y con Steve que es mi socio y compañero en esta aventura, es un sueño. Nosotros habíamos estado buscando formas para conversar respecto a todo lo que pasa en Latinoamérica desde una perspectiva a la que los gringos puedan sumarse, pudiesen entender y ver en paralelo a su cultura.
¿Cuál es la clave para que estos contenidos locales puedan ser atractivos para los estadounidenses?
Lo que pasa es que ellos no saben que nosotros estamos adelantados a ellos. Pensaban que nosotros siempre estábamos detrás, pero en realidad estábamos adelante. Es como: “Ey, mira, ¿ves lo que está pasando en Estados Unidos? Nada nuevo. Nosotros en Latinoamérica tenemos nueve de estos Donald Trump hace décadas”. Esa es la forma, transformar a América en un solo continente.
¿Cómo es para un comediante latino abrirse paso en el mercado de Estados Unidos?
Bueno, ha sido primero un desafío por el lenguaje, esa es la primera barrera. Pero también hay que reconocer que hemos sido muy colonizados por la cultura gringa, entonces está todo muy americanizado. Para mí ha sido maravilloso poder hacer comedia y presentarme la misma noche que está Chris Rock y Tom Segura, entonces ha sido también alucinante tener que estar al nivel de comediantes que antes solo podía ver por la televisión. Eso también ha sido desafiante, pero me tiene muy contento y orgulloso.
¿Te has topado con algunos obstáculos?, ¿existe discriminación?
Es muy pasiva esta forma de discriminación, pero me he dado cuenta que cuando llegué acá, yo me pensaba como chileno, mientras que acá te piensan como latino, que es otra caja y que viene con un set de prejuicios o ideas de lo que tiene que ser latino y el chileno quizá no entra en esa caja, y eso quizá es como una especie de discriminación. Pero no es que alguien me haya insultado o me hayan pasado las llaves de un auto como si fuera estacionador, no me ha pasado algo así de explícito. Pero sí me he dado cuenta que hay un montón de formas en las que te transforman en un tótem latino y es difícil salir de esa posición.
¿Cuál es la visión que hay en Estados Unidos sobre el comediante latino?
Los referentes siempre son los comediantes más grandes como Gabriel Iglesias o John Leguizamo, que son bien familiares. En el caso de John más político, pero bien masivo en términos de que siempre está buscando la gran audiencia. También he sentido que hay una comunidad latina que crece y crece y que te ayuda, te abraza. A mí todos los comediantes que me han dado las primeras oportunidades acá son comediantes latinos.
¿Cómo te ayudó el haber sido el primer sudamericano con un especial de comedia en Netflix?
Ha sido todo muy natural. Ha sido conocer gente, hacer crecer relaciones, escribir chistes nuevos, escribir desde la perspectiva de estar acá y eso de a poco me ha ido llevando a escenarios más grandes o a tener shows en otras ciudades. Pero ha sido como seguir la corriente de lo que sucede más que contar con un plan escrito en la cabeza y eso ha sido bueno, porque es liberador decir: “Bueno, hagamos lo que nos parezca más divertido”.
¿Cómo te das cuenta cuáles chistes funcionan y cuáles no estando allá?
En mi computadora tengo varias carpetas, con chistes que son en inglés, otros que son en español neutro, y otros que son en español chileno que es lo que más conozco porque es la cultura de donde vengo. Así, uno va diciendo este chiste no funciona en esta ciudad, o no funciona si lo cuento de esta forma, necesita más contexto o hay una palabra que no estoy pronunciando bien o traduje mal. Es un trabajo meticuloso, de estar atento a todos esos detalles. Hay que ir haciendo el trabajo chiste por chiste.