En 1604, los astrónomos vieron la explosión de una estrella que la destruyó, conocida como la supernova de Kepler, el nombre del famoso astrónomo alemán Johannes Kepler. Más de cuatrocientos años después, los escombros de esa explosión aún son visibles. La NASA, desde el Observatorio de rayos X Chandra, ha captado este remanente de la estrella detonada que se encuentra a unos 20,000 años luz de distancia de la Tierra en nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Las imágenes de los restos en expansión de la supernova de Kepler fueron tomadas durante casi 15 años, y con ellas han comprobado que el movimiento de los escombros no se ha ralentizado, todavía se mueven a unos 37 millones de millas por hora, que es la velocidad más alta registrada durante la observación de la NASA. La velocidad media de los nudos es de unos 16 millones de kilómetros por hora.
En el video, los colores rojo, verde y azul revelan los rayos X de baja, media y alta energía, respectivamente, y se muestran los detalles de los nudos que se mueven más rápido. Cuando explotó, alcanzó velocidades por encima de los 20 millones de millas por hora, lo que supone unas 25,000 veces más rápido que la velocidad del sonido en la Tierra.
“Ahora sabemos que el remanente de la supernova de Kepler es la secuela de la llamada supernova de Tipo Ia, en la que una pequeña y densa estrella, conocida como enana blanca, excede el límite de masa crítica después de interactuar con una estrella compañera y sufre una explosión termonuclear que destroza a la enana blanca y lanza sus restos hacia afuera”, explica la NASA.
La supernova de Kepler es la última de su tipo vista dentro del disco de la Vía Láctea, “con la posible excepción de la supernova Cassiopeia A, para la cual se reportaron avistamientos ambiguos alrededor del año 1680”, detalla la NASA.