El Sistema Solar tiene un planeta rebelde que desde siempre ha girado de manera distinta a todos los demás: se trata de Venus, que no lo hace de este a oeste, en contra de las manijas del reloj, sino que lo hace en sentido contrario y astrónomos han demostrado que posiblemente la respuesta esté en la atmósfera venusina.
Un estudio en Nature Astronomy detalla que la rotación retrógrada de Venus y que provoca que un día en este mundo, equivale a una duración de un día terrestre de 243.187, podría explicarse por su atmósfera pesada, formada por dióxido de carbono y nitrógeno, más vientos altos provoca efectos como una densidad tan alta que la presión atmosférica en superficie es noventa veces superior a la terrestre y similar a la que experimentaríamos a un kilómetro por debajo del océano.
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El principal autor de la investigación, Stephen R Kane, del laboratorio de Ciencias Planetarias de la Universidad de California Riverside, comenta que, “Es un lugar increíblemente extraterrestre, una experiencia completamente diferente a la de estar en la Tierra. Estar sobre la superficie de Venus sería como estar en el fondo de un océano muy, muy caliente.”.
“La poderosa atmósfera de Venus nos enseña que es parte mucho más integrante del planeta y que afecta absolutamente a todo, incluyendo la forma en la que el planeta rota”, agrega Kane, quien además sostiene que de no tener esta atmósfera, Venus sería similar a Mercurio, un planeta rocoso.
Si fuera así, Venus tendría lo que se conoce como acoplamiento de marea o rotación sincrónica, donde la rotación del planeta se sincroniza con su traslación de manera que siempre quede la misma cara orientada al Sol y la otra eternamente en penumbra.