Una supernova a unos 65 años luz de distancia puede haber contribuido al agotamiento de la capa de ozono de la Tierra, provocando una gran extinción hace unos 359 millones de años.
Así lo plantean investigadores de la Universidad de Illinois, que aseguran que los rayos cósmicos de una o más supernovas cercanas podrían ser los culpables de al menos un evento de extinción en el límite entre los períodos Devónico y Carbonífero.
El equipo se concentró en este período porque las rocas contienen cientos de miles de generaciones de esporas de plantas, que parecen haber sido quemadas por la luz ultravioleta, evidencia de un evento duradero de agotamiento del ozono terrestre.
“Las catástrofes terrestres, como el vulcanismo a gran escala y el calentamiento global, también pueden destruir la capa de ozono, pero la evidencia de ello no es concluyente para el intervalo de tiempo en cuestión”, afirma el físico Brian Fields.
Una de las amenazas de supernova más cercanas hoy en día es la estrella Betelgeuse, ubicada a más de 600 años luz de distancia, mucho más que los 25 años luz propuestos en la investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El equipo exploró otras causas astrofísicas del agotamiento del ozono, como impactos de meteoritos, erupciones solares y estallidos de rayos gamma. Sin embargo, su efecto termina rápidamente, por lo que es poco probable que se responsable de lo que ocurrió al final del período Devónico.
Una supernova ofrece un doble golpe: la explosión baña inmediatamente la Tierra con rayos ultravioleta, X y gamma. Más tarde, sus escombros golpean el Sistema Solar, sometiendo al planeta a un largo período de rayos cósmicos.
El daño a la Tierra y su capa de ozono podría durar hasta 100,000 años, según los investigadores.
La evidencia fósil indica una disminución de 300,000 años en la biodiversidad, que condujo a una gran extinción en el período Devónico-Carbonífero, lo que sugiere la posibilidad de múltiples catástrofes, incluso múltiples explosiones de supernovas.
«Esto es completamente posible. Las grandes estrellas suelen aparecer en cúmulos con otras, y es probable que se produzcan otras supernovas poco después de la primera explosión”, afirma Fields.
La extinción masiva del Devónico, período en el que surgieron los primeros anfibios, es una de las cinco grandes extinciones que se han producido en la historia de la Tierra.
El eslabón que falta
El equipo busca isótopos radiactivos plutonio-244 y samario-146 en las rocas y fósiles depositados en el momento de la extinción, que serían clave para probar la teoría. “Ninguno de estos isótopos se encuentra naturalmente en la Tierra, y la única forma en que pueden llegar es a través de explosiones cósmicas”, afirma Zhenghai Liu, coautor de la investigación.
Los investigadores aún tienen que buscar Pu-244 o Sm-146 en rocas del límite Devónico-Carbonífero. El equipo de Fields dijo que el estudio tiene como objetivo definir los patrones de evidencia en el registro geológico que apuntarían a explosiones de supernovas.
«El mensaje general de nuestro estudio es que la vida en la Tierra no existe de forma aislada. Somos ciudadanos de un cosmos más grande, y el cosmos interviene en nuestras vidas, a menudo de manera imperceptible, pero a veces con ferocidad», puntualiza.