Enviar una nave al espacio resulta muy caro, especialmente por toda la cantidad de combustible que se necesita para hacer funcionar los cohetes propulsores.
Uno de los elementos más comunes que se usan en la industria aeroespacial es el xenón que resulta muy costoso, cerca de 3 mil dólares por cada kilogramo.
Teniendo en cuenta la gran cantidad de satélites y naves que se lanzarán en la próxima década, la comunidad científica busca un componente que ayude a reducir los elevados costos de los lanzamientos espaciales.
Varias universidades y compañías han estudiado cómo el yodo podría utilizarse como una revolucionaria alternativa de propulsión.
“El yodo es significativamente más abundante y más barato que el xenón, y tiene la ventaja adicional de que se puede almacenar sin presión como un sólido”, señala en un comunicado Dmytro Rafalskyi, cofundador de la compañía ThrustMe.
Esta empresa ya probó el sistema y publicó los resultados de las pruebas en la revista Nature.
El satélite Beihangkongshi-1, lanzado sobre un cohete Long March 6 en noviembre de 2020, pudo usar el propulsor de yodo de ThrustMe para modificar su altitud entre 200 y 400 metros durante cada uno de los 11 disparos de prueba.
“Esta demostración exitosa significa que podemos pasar al siguiente paso en el desarrollo de la propulsión con yodo”, agrega Rafalskyi.
“Paralelamente a nuestras pruebas en el espacio, hemos desarrollado nuevas soluciones que permiten un mayor rendimiento y hemos comenzado una extensa campaña de pruebas de resistencia en tierra para ampliar aún más los límites de este nuevo sistema”.
Los investigadores esperan que la tecnología de propulsión a base de yodo podría convertirse en el futuro de la industria aeroespacial.