Las sondas Voyager fueron lanzadas al espacio en 1977 para estudiar los planetas exteriores. Sin embargo, el trabajo de ambas en las últimas décadas ha sobrepasado las proyecciones de los ingenieros de la NASA que están a cargo.
De hecho, las dos sondas se convirtieron en los únicos objetos construidos por el ser humano en viajar más allá de las fronteras de nuestro sistema solar. La Voyager 2 llegó al espacio interestelar en 2018, donde su gemela, la Voyager 1, se encuentra desde agosto de 2012.
La Voyager 2 fue lanzada el 20 de agosto de 1977 desde Cabo Cañaveral, es decir, este viernes se cumplen 44 años desde que comenzó su misión.
Si se compara con la Voyager 1, que fue diseñada para llegar rápidamente a Júpiter y Saturno, la Voyager 2 estaba en una trayectoria más lenta que la llevaría a Saturno hasta 1981.
Sin embargo, este camino más lento le daba la posibilidad de que, si seguía en funcionamiento, podría intentar el llamado “Gran Tour” y dirigirse hacia Urano y Neptuno.
Gracias a esta sonda los científicos pudieron trazar un mapa de la superficie de Ganímedes y Calisto, las lunas de Júpiter. También entregó información vital sobre una enorme tormenta que había asolado a este planeta, conocida como la Gran Mancha Roja.
Más tarde, la sonda llegó a Saturno, donde obtuvo imágenes increíbles y nuevas mediciones sobre el planeta y sus lunas.
Una aproximación histórica
Este buen desempeño de la Voyager 2 motivó a los ingenieros de la NASA a programar para ella una misión mucho más ambiciosa: acercarse a Urano y Neptuno, los planetas más externos de nuestro sistema solar y que nunca antes habían sido visitados por una nave espacial (por lo menos de procedencia humana).
Así, luego de pasar por Saturno, la sonda espacial tardó cuatro años en acercarse a Urano, situándose a 81,500 kilómetros el 24 de enero de 1986. La Voyager 2 pudo enviar imágenes inéditas y mediciones de este planeta, además de revelar la existencia de 10 lunas y dos anillos nuevos.
El 25 de agosto de 1989, la sonda llegó a Neptuno, donde también descubrió nuevas lunas y anillos. Gracias a la información entregada por la nave, los investigadores registraron vientos de hasta 1,100 kilómetros por hora en la superficie del planeta, así como la existencia de tormentas gigantes en su atmósfera.
Quizá lo más impresionante de todo es que esta sonda espacial junto a la Voyager 1 aún permanecen operativas. La Voyager 2 se encuentra a más de 18,000 millones de kilómetros, pero algunos de sus instrumentos ya han dejado de funcionar.
De cualquier manera, se espera que continúe funcionando hasta 2025, con lo que superaría las proyecciones y los planes del equipo a cargo de su fabricación.