Una situación bastante compleja para las relaciones internacionales llevó a cabo el gobierno de Estados Unidos, sin embargo, la pandemia de coronavirus hizo que la noticia pasara absolutamente desapercibida en la opinión pública: Donald Trump firmó un decreto para comenzar minería y extracción de recursos naturales en el espacio.
Una política que EEUU indica que está prevista en el régimen regulatorio actual, en particular, el Tratado del Espacio Exterior de 1967 , que permite el uso de tales recursos.
En particular se trataría de minería en la Luna como parte del programa Artemis, que pretende instalar bases temporales humanas.
Uno de los grandes subterfugios que tiene Estados Unidos para firmar este decreto es que al igual que las otras naciones importantes de la navegación espacial, no ha firmado el Tratado de la Luna de 1979, que estipula que el uso no científico de los recursos espaciales se regirá por un marco regulatorio internacional. Y en 2015, el Congreso aprobó una ley que permite explícitamente a las empresas y ciudadanos estadounidenses usar recursos en asteroides y en el satélite natural de la Tierra.
La orden ejecutiva, llamada «Fomentar el apoyo internacional para la recuperación y el uso de los recursos espaciales», ha estado en proceso durante aproximadamente un año, dijo este lunes 6 de abril un alto funcionario de la administración durante una teleconferencia con periodistas.
Scott Pace, asistente adjunto del presidente Donald Trump y secretario ejecutivo del Consejo Nacional del Espacio de EEUU sostuvo en un comunicado que «mientras Estados Unidos se prepara para devolver a los humanos a la luna y viajar a Marte, esta orden ejecutiva establece la política de los Estados Unidos hacia la recuperación y el uso de los recursos espaciales, como el agua y ciertos minerales, para alentar el desarrollo comercial del espacio».
Rusia se enojó
Este martes 7 de abril la agencia espacial rusa Roscosmos señaló que EEUU dañó el alcance de la cooperación internacional en el espacio.
«(Estados Unidos buscaría negociar) declaraciones conjuntas y acuerdos bilaterales y multilaterales con estados extranjeros con respecto a operaciones seguras y sostenibles para la recuperación y el uso público y privado de los recursos espaciales. El espacio ultraterrestre es un dominio legal y físicamente único de la actividad humana, y Estados Unidos no lo ve como un bien común global. Los intentos de expropiar el espacio ultraterrestre y los planes agresivos para apoderarse realmente de los territorios de otros planetas difícilmente establecen una cooperación fructífera para los países», dijo su declaración.