En septiembre de 2016 la sonda Rosetta se posó sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, culminando así doce años de misión de la Agencia Espacial Europea para estudiar el frío objeto celeste.
Aunque Rosetta pasó a mejor vida, los científicos han continuado analizando los datos recopilados por los instrumentos de la sonda, transformando la comprensión que los astrónomos tenían de los pequeños objetos interestelares.
Este lunes fue publicado en Nature Astronomy un estudio, basado en registros de Rosetta, que da cuenta de la primera aurora ultravioleta observada en un cometa, informó Inverse.
El descubrimiento podría permitir a los científicos observar mejor estos objetos en el futuro y proteger las naves espaciales y los satélites contra la radiación solar.
Las auroras en la Tierra tienen lugar cuando las partículas cargadas del Sol chocan con el campo magnético del planeta en los polos. A medida que estas partículas solares rebotan en las moléculas de la atmósfera, saltan entre diferentes partes del espectro de luz visible. Esta actividad crea ondulantes y hermosas cortinas de rojos, verdes y azules en la atmósfera superior.
También se han observado auroras similares en Marte y en las lunas de Júpiter —Ganímedes y Europa— pero nunca antes en un cometa.
Un análisis previo de las emisiones provenientes de la envoltura gaseosa del cometa, aparentemente había descartado tales fenómenos.
“Al principio, pensábamos que las emisiones ultravioletas del cometa 67P correspondían a un fenómeno conocido como resplandor del día, un proceso causado por unos fotones solares al interactuar con el gas cometario”, señala Joel Parker, científico del del Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI, en inglés)
“Nos sorprendió descubrir que las emisiones UV son auroras, impulsadas no por fotones sino por electrones en el viento solar. Estas rompen el agua y otras moléculas en la envoltura gaseosa del cometa y se aceleran en el entorno cercano. Los átomos excitados resultantes crean esta luz distintiva”, agregó.
En lugar de depender de un único conjunto de datos para estudiar el comportamiento de las emisiones, los investigadores trabajaron con información de seis de los instrumentos de Rosetta, incluido el espectrógrafo Alice ultravioleta lejana (FUV), el sensor de iones y electrones (IES) y el espectrómetro de imágenes térmicas visibles e infrarrojas (VIRTIS).