Cuatro años le bastaron a la startup aeroespacial Astra para que uno de sus cohetes llegara al espacio, incluso antes de lo que tenían previsto.
El cohete de prueba Rocket 3.2 superó el 16 de diciembre la línea de Kárman, ubicada a una altura de 100 kilómetros (62 millas) sobre el nivel del mar y considerada el límite entre la atmósfera terrestre y el espacio.
Con su lanzamiento desde Kodiak, Alaska, la compañía fundada en 2016 por Chris Kemp –el primer director financiero (CFO) de la NASA–, se unió al grupo élite que ha logrado este hito.
Se trató del segundo intento de la compañía. En septiembre de 2020, el vehículo de prueba Rocket 3.1 había despegado con éxito, pero no alcanzó llegar al espacio ni a órbita.
Asta tenía previsto alcanzar el espacio orbital después de su tercer intento, por lo que el logro sorprendió incluso a sus ejecutivos.
La meta de lanzamiento era lograr el corte nominal del motor principal para la primera etapa, pero el «cohete continuó funcionando», dijo Chris Kemp a TechCrunch.
Vuelos espaciales low cost
Astra es una pequeña empresa de lanzamiento de satélites que construye sus cohetes en California y que busca producir sus lanzadores en masa.
Su modelo utiliza naves más pequeñas que las de SpaceX o Rocket Lab, pero su meta es brindar respuestas rápidas a bajo costo. Una especie de autobús espacial, en lugar de una limusina.
Así, su competidor más directo es Virgin Orbit, que tiene previsto llegar al espacio orbital más adelante.
«Solo hemos estado en el negocio durante unos cuatro años y este equipo solo tiene unas 100 personas hoy», agregó Kemp.
La compañía pretende continuar llevando cohetes al espacio con cada versión de rocket que lance, enfocándose en reducir costos.