No somos dinosaurios, pero vaya que nos intimida pensar que podríamos terminar nuestras vidas en la Tierra como ellos, ya que siempre los científicos han trabajando en determinar los riesgos de que un gran asteroide o una suma de ellos pueda poner fin a la vida tal como la conocemos.
Por eso no llama tanto la atención un trabajo hecho por la Universidad de Leiden de los Países Bajos, que se llama «Identificador de objetos peligrosos» y que básicamente es una red neuronal artificial que analizó un periodo de tiempo y otras variables para ver cuántos asteroides podrían chocar con nuestro planeta.
Esta Inteligencia Artificial identificó 11 asteroides que la NASA no había clasificado previamente como peligrosos, y que tenían más de 100 metros de diámetro y también se centraron en rocas espaciales que podrían encontrarse a 4,7 millones de millas de la Tierra, como se detalla en un artículo publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.
Las explosiones que podrían producir estos objetos caídos del cielo, equivaldrían a miles de bombas nucleares capaces de arrasar con ciudades enteras.
El estudio se realizó haciendo un análisis de los próximos 10,000 años terrestres, revisando los movimientos orbitales de los planetas del Sistema Solar, y la conclusión no es para preocuparse: Solo entre los años 2131 y 2923 podría caer algún asteroide. O sea ya no estaremos para esa fecha los que están leyendo esta nota de seguro.
En un comunicado de la Universidad de Leiden, el astrónomo Simon Portegeis, comentó que, «Si rebobinas el reloj, verás que los asteroides conocidos aterrizan de nuevo en la tierra. De esta manera puedes hacer una biblioteca de las órbitas de los asteroides que aterrizaron en la tierra. Esa misma biblioteca de asteroides luego sirvió como material de capacitación para la red neuronal».
El primer conjunto de cálculos se realizó en la nueva súper computadora de la Universidad de Leiden llamada ALICE, que significa «Hola» en holandés.
Según el astrónomo Portegies, la investigación es solo un primer ejercicio: «Ahora sabemos que nuestro método funciona, pero ciertamente nos gustaría profundizar en la investigación con una mejor red neuronal y con más información. La parte difícil es que pequeñas interrupciones en los cálculos de la órbita pueden conducir a cambios importantes en las conclusiones «.