Almacenar archivos en un disco duro externo y leerlos de manera instantánea en cualquier computadora en cuestión de segundos es algo tan cotidiano que probablemente ni siquiera nos preguntamos cómo ocurre esta magia. Clave en todo esto fue el IBM 350, el primer disco duro de la historia.
El IBM 350, que formaba parte del sistema RAMAC 305 de septiembre de 1956, revolucionó de manera radical cómo las organizaciones no solo almacenaban y usaban sus datos, sino que también abrió un mundo de posibilidades para el desarrollo de la informática.
Cada carácter se podía leer o cambiar en cualquier orden y momento. Hasta entonces, los datos se almacenaban en tarjetas perforadas o cintas magnéticas. Mientras las tarjetas se podían dañar o destruir de forma accidental, las cintas no tenían la capacidad de brindar un acceso aleatorio a los datos. Otra alternativa eran los sistemas de almacenamiento de tambor magnético que, si bien eran confiables, no permitían un acceso rápido.
El vuelo del IBM 350
El impulso para el desarrollo del IBM 350 llegó de la mano de la Fuerza Área de Estados Unidos, que necesitaba un sistema de inventario de acceso aleatorio. Como nadie sabía cómo lograrlo, el investigador Reynold Johnson fue encomendado para liderar un laboratorio de investigación.
El equipo encabezado por Johnson probó prácticamente de todo: tiras, varillas, cintas y placas planas. Si bien experimentó grandes obstáculos, finamente tuvo éxito cuando decidió usar discos horizontales giratorios recubiertos con material magnético.
Así, el IBM 350 fue presentado como parte de la RAMAC 305, una máquina de procesamiento de datos flexible, electrónica y de uso general que permitía registrar transacciones a medida que ocurrían y reflejar de forma simultánea cada entrada.
Cuánto pesaba y medía el IBM 350
El IBM 350 constaba de la unidad de memoria de disco magnético con su mecanismo de acceso, controles electrónicos y neumáticos, y un compresor de aire, que permitía que los discos se desplazaran sin que el cabezal de lectura/escritura lo tocara y dañara la información.
Estaba configurado con 50 discos magnéticos con una capacidad de 5 millones de caracteres de 7 bits, no superior a los 4.4 megabytes (se estima que su capacidad útil en realidad era de solo 3.75 MB). Cada disco medía 152 centímetros de largo, 172 de alto y 73 de profundidad.
Con los años fue modificado y mejorado hasta ser descontinuado en 1969, pero el IBM 350 original era del tamaño de dos refrigeradores de cocina: 1.52 metros de profundidad, 1.73 metros de alto y 74 centímetros de ancho.
Aunque se suele afirmar que el IBM 350 pesaba más de una tonelada, en realidad era de 785 kilos. Según Tom Gardner, del Museo de la Historia de la Computación, la creencia podría estar asociada a que muchos incluían los 200 kilos del compresor de aire.